En estos días en que las mujeres mexicanas hemos sido acusadas de todo... desde instigar a la agresión y ultraje sexual, ser casi unas putas... hasta punto menos que asesinas… me acordé de la madre de todas "nosotras las pecadoras", como seguramente tipifica la iglesia a Eva. Ya sabemos como se maneja eso de "las historias oficiales"… siempre las escriben los vencedores o los dueños del poder… así que el cuento oficioso del "pecado original" no tendría por qué ser la excepción. Deben existir muchas interpretaciones contrarias a esa que califica a Eva como la primera pecadora y sediciosa de la humanidad. Aquí les presento una -debida la pluma un escritor nacido en la tierra los tangos, el buen vino… y por supuesto, grandes escritores- y en esta "verdadera historia", como la titula su autor, Eva no aparece como la causante per se de la perdición del inocente Adán, sino como la iniciadora... del matriarcado.
La verdadera historia del pecado original
Antonio Di Benedetto
"A la luz de los conocimientos científicos modernos, se ha establecido que no fue la serpiente la que indujo a Eva a brindar su manzana a Adán.
En realidad, Eva dormía en el huerto del Paraíso, a la sombra del manzano, cuando el fruto prohibido se desprendió y cayó, por la ley de gravedad que Newton enunciaría más adelante.
No sólo la golpeó con dureza, sino que la sacó de sus virginales sueños de doncella. En su vecindad, Adán aguardaba que ella despertara, para invitarla, como todas las tardes, a inocentes juegos. Pero Eva lo creyó culpable: supuso que él, inmoderado en sus travesuras, le había arrojado la manzana a la cabeza. Entonces furiosa, le gritó:
-¡Te la vas a comer!
Él, intimado, se la comió.
Ella quedó satisfecha. Pero ya habían pecado.”
[Autor Antonio Di Benedetto,
Cuentos Brevísimos Latinoamericanos. Antología de Raúl Brasca]
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Y la moraleja es… la próxima vez que tomen una siesta bajo las frondosas ramas de un manzano y la ley de la gravedad, o a la mera madurez del fruto, provoquen que una manzana caiga sobre su cabeza, por favor… no le vayan a echar la culpa a un inocente hombrecito… ni mucho menos... lo obliguen a comérsela...
[Opinión inconfesable: casi que me gusta más la imagen de Eva impuesta a través de los siglos; como que le encuentro más gracia a esa seductora y sediciosa primigenia, capaz de llevar a la perdición a un hombre -que nos dura la Marlene Dietrich en Der blaue engel-, que a ésta otra mujer dormilona, irritable e impositiva. Eso sí, en ambas versiones el Adán aparece como un hombre carente de voluntad... por decirlo en términos civilizados]
Antonio Di Benedetto y Raúl Brasca son escritores argentinos. Brasca parece ser un experto en las historias breves, llamadas “minificciones”, habiendo realizado varias antologías de otros autores.
Página de Raúl Brasca
Sobre Antonio Di Benedetto-
Dos minis de Raúl Brasca
AMOR I
A ella le gusta el amor. A mí no. A mí me gusta ella, incluido, claro está,
su gusto por el amor. Yo no le doy amor. Le doy pasión envuelta en palabras,
muchas palabras. Ella se engaña, cree que es amor y le gusta; ama al
impostor que hay en mí. Yo no la amo y no me engaño con apariencias, no la
amo a ella. Lo nuestro es algo muy corriente: dos que perseveran juntos por
obra de un sentimiento equívoco y de otro equivocado. Somos felices.
AMOR II
Pretende que yo estoy enamorada del amor y que a él sólo le interesa el
sexo. Dejo que lo crea. Cuando su cuerpo me estremece, lo atribuye a sus
muchas palabras. Cuando mi cuerpo lo estremece, lo atribuye a su propio
ardor. Pero me ama. Y no lo saco de su engaño porque lo amo. Sé muy bien que
seremos felices lo que dure su fe en que no nos amamos.
Buen fin de semana, no vayan a pecar mucho... solo lo indispensable...
Piensa en mi [Chavela Vargas interpreta a Agustín Lara]