a cuya generosidad debo haber disfrutado este film, imposible de conseguir en México.
Généalogies d'un crime (Genealogías de un crímen)/Francia, 1997/ Dirección: Raúl Ruiz/Guión: Pascal Bonitzer y Raúl Ruiz/Producción: Paulo Branco/Fotografía: Stefan Ivanov/Montaje: Valeria Sarmiento/Música: Jorge Arraigada/
Elenco
Catherine Deneuve-Jeanne/Solange
Michel Piccoli-Georges Didier
Melvil Poupaud-René
Andrzej Seweryn-Christian
Bernadette Lafont-Esther
Monique Mélinand-Louise
¿Es posible detectar desde la infancia las tendencias criminales de un ser humano? ¿Los asesinos están predestinados a serlo desde el mismo momento de su nacimiento? Con esta interrogante, cuyo guión se inspiró en un hecho ocurrido en Viena durante la década de los 20’s, el cineasta chileno (exiliado en Francia desde el golpe de estado de Pinochet) Raúl Ruiz realizó un inquietante y, por momentos, complejo film donde se analiza el crimen desde dos ángulos opuestos: ¿el acto criminal es instintivo, casi consubstancial al ser humano?, o bien, se llega a este como consecuencia de factores externos, como la manipulación familiar y social, que nos conducen a repetir historias?
Sinopsis. Un juez convence tramposamente a Solange (Catherine Deneuve) -abogada criminalista, especializada en casos perdidos- de tomar bajo su cargo la defensa de René, un joven acusado de asesinar a su tía Jeanne, prestigiada psicóloga freudiana, quien lo adoptó en su casa al quedar huérfano de niño. Para poder adentrarse en el caso casi perdido, todo apunta a la culpabilidad de René (Melvil Poupaud), Solange se adentra en el diario de la muerta, descubriendo así el pormenorizado registro analítico-interpretativo del comportamiento del muchacho; entre otras cosas, se enterará que la tía había advertido en su sobrino de 5 años, una ingénita propensión hacia el crimen. Solange no actúa libremente, por un lado están las presiones del juez, quien cree firmemente en la culpabilidad del “monstruoso” René y maliciosamente puso a Solange a defenderlo porque da por seguro que será derrotada. A otro lado, se encuentran los psicólogos Georges Didier (Michel Piccoli) y Christian (Andrzej Seweryn), ambos enarbolando teorías contrarias, que intentarán influir en Solange para la resolución del caso. Finalmente, está el personaje más importante: el espíritu de la muerta Jeanne (otra vez Catherine Deneuve), quien, por decirlo así, se adentra en Solange para guiarla o manejarla, según se mire, en sus investigaciones.
Con esos elementos, el director va desarrollando una historia de manipulación, superposición de personajes y roles; incluso, una deconstrucción de la teoría freudiana; pero sobre todo, una representación teatral, un tanto paródica (sobre los hechos y circunstancias que rodearon al asesinato de la psicóloga y que permitan determinar la culpabilidad de René) dentro de la película. A diferencia de la mayoría los filmes de crimen y misterio, al transcurrir la historia de Genealogías de un crimen, ya no será tan importante saber si René es culpable, o no lo es –en mi opinión, la cinta no lo establece en forma definitiva, dejando ese veredicto al espectador-, sino que asistamos a esa intrincada recreación de dobleces, simulaciones y manipulaciones humanas, en la cual personajes y espectadores participamos. Lo único claro en esta cinta es que nada es lo que parece; al final de cuentas, como en la vida, todos interpretamos diversos papeles, acorde a las circunstancias.
Con excepción del juez, todos los personajes (la abogada, la psicóloga muerta, los otros dos psicólogos y los “actores” de la representación teatral, incluida una singular ama de llaves, atípica a los filmes de misterio), representan dócilmente los distintos roles que les determina el vaivén de la historia; dejando claro, eso sí, que todos, en mayor o menor medida, son manipuladores y manipulados; todos tienen dobleces, aunque quizá ninguno como la abogada/psicóloga muerta, Solange/Jeanne. Mientras Solange es rubia, clásica en el vestir y en el actuar; manipulada por su madre; dubitativa y parece creer en la inocencia del muchacho; su contrapunto, Jeanne, es pelirroja, sofisticada, abiertamente manipuladora, aunque tan bien manipulada de/por René. En cuanto a René, es un personaje complejo, pese a ser presentado como un joven agradable, aparentemente inofensivo y confundido, sin una guía de vida formal y carente de nociones sobre la moral. René y Jeanne han manteniendo una relación ambigua, oscilante entre lo materno afectivo y el amour fou; pero queda claro que ella se ha dedicado a atestiguar (¿o inducir?) el comportamiento del chico y así probar su hipótesis sobre lo instintivo de la criminalidad. Parecería que al vaticinar la propensión criminal de René, la psicóloga se dedicó a ir registrando el proceso evolutivo por medio del cual el niño huérfano se convirtió en un joven asesino; pero quizá también, la psicóloga encaminó lo actos del chico, hasta que finalmente el crimen sucedió, sin que ella hubiera intentado hacer nada por evitarlo. De esa forma, los papeles de victima y victimario se intercambian, y ya no sabemos si René es uno u otro, mientras que Solange/Jeanne transita de la victima a la cómplice, para finalmente convertirse en victimaria del muchacho.
Finalmente, pienso que el director NO pretende establecer un culpable único y definitivo (más bien me parece que Raúl Ruiz está del lado de René -o del muy joven Melvil Poupaud, en ese tiempo uno de sus actores fetiche). Por otro lado, tampoco es sencillo catalogar este filme: no es propiamente un thriller, aunque por momentos lo parezca; quizá podría ser una comedia (en el sentido de la Comedia humana de Balzac); o sencillamente, un falso drama. En cualquier caso, el resultado es una película inquietante y no tan fácil de digerir (un critico del diario español El País, dijo que el adjetivo pedante le quedaba corto), pero eso si, muy interesante.