escribir

Escribir: tratar de retener algo meticulosamente, de conseguir que algo sobreviva; arrancar unas migajas precisas al vacío que se excava continuamente, dejar en alguna parte un surco, un rastro, una marca o algunos signos.[Georges Perec]

octubre 20, 2013

el sistema de los objetos


El reproductor de DVD ya no quiere dejarme ver películas, enciende perfecto, sólo que simplemente no lee los discos, lo cual me ha sumido en una pequeña disyuntiva trágica y superflua: o pago el mantenimiento o me compro otro DVD; la plancha de vapor, en vez de soltar vapor caliente que desarrugue la ropa, ya sólo avienta agua; mi adorada Toshiba, que tantos momentos felices me dio (y cuya vida útil, sin mácula, superó a la de varios matrimonios que he conocido), dijo «hasta aquí llegué»; el teléfono fijo amaneció muerto; el horno de microondas hizo ¡pum!, dejándome sin luz; el tostador pasó de tostar a carbonizar rebanadas de pan; el calentador de agua funciona un día y cinco no, por lo que he terminado por asumir mi condición de mujer decimonónica, resignada a bañarse a jicarazos…

Podría seguir enumerando todos los aditamentos que parecieran haberse puesto de acuerdo para dejar de funcionar casi al mismo tiempo, pero no tiene sentido aburrir al hipotético lector. El punto importante es que el descuajaringamiento —casi al unísono— de todos ellos sirvió para corroborar, una vez más, hasta qué punto me he vuelto dependiente de los objetos y la tecnología. Y con la dependencia viene la inutilidad: sin luz eléctrica, a cualquier hora pero especialmente de noche, siento que ha retrocedido dos siglos, incapaz de hacer un montón de cosas. Y después de eso, claro, mi inutilidad asociada a la falta de los aparatos descompuestos. Es curioso cómo la tecnología nos pasa la factura de forma tan sutil como despiadada: con el peso de su ausencia después de habernos acostumbrado a ella. Qué digo acostumbrado, después de habernos vuelto dependientes de ella. Decía un actor mexicano: «qué triste debe ser tenerme y después perderme». Pues hagan de cuenta yo y mis pérdidas tecnológicas. Desde luego que esto no es ninguna tragedia. Marchar al ritmo de la tecnología y no que esta marche al nuestro sí que lo es. Decía un ex jefe: cuando la tecnología pasa de servirte a representarte un problema… se jodió el invento, m’hija. Tal cual...

Aunque, para ser sincera, lo verdaderamente terrible es que algo como eso me angustie y, peor, que los distraiga platicándolo aquí. Ustedes perdonarán la frivolidad. 


«Si antes era el hombre el que imponía su ritmo a los objetos, hoy en día son los objetos los que imponen sus ritmos discontinuos a los hombres, su manera discontinua de estar allí, de descomponerse o sustituirse unos a otros sin envejecer. El status de una civilización entera cambia, de tal manera, según el modo de presencia y de disfrute de los objetos cotidianos. El sistema de los objetos.» [Jean Baudrillard].


***

8 comentarios:

fra miquel dijo...

En algunos casos se trata de obsolescencia programada. Esto es, que se fabrican calculando el tiempo que van a durar. Que todos los objetos se pongan de acuerdo en fallar al mismo tiempo ya debe ser cosa de casualidad :)
Me gusta la foto. Es tuya? Tiene autor/a conocido?
Besos

marichuy dijo...

Fra Miguel

Por supuesto que debe ser una obsolescencia programada por los fabricantes. Creo.

No, tristemente no hallé el nombre del autor de la foto.

Saludos y gracias por la visita.

marichuy dijo...

PS Esta es la página donde tomé la foto: http://www.modelmayhem.com/portfolio/pic/4169268

(el crédito es de McFarlane Photography)

Lucas Fulgi dijo...

Yo no creo que sea mucho de nosotros imponernos a ellos ni al revés... más bien es un poco y un poco, un ida y vuelta. No creo que haya que saber sobrevivir sin nada en la selva para ser libre.

Darío dijo...

Sabemos, somos conscientes de que la muerte de los objetos va llegando. Y sin embargo, posponemos su reposición. Y cuando llega el momento crucial nos desesperamos. Como yo, antes de anoche, en que mi ventilador dejó de existir cuando más lo necesitaba. Porque hay noches en que me recluyo en una habitación aislada. Y nada, tuve que volver a mi cama matrimonial por la desesperante falta de tan preciado objeto... Un abrazo.

La abuela frescotona dijo...

razón tenía tu jefe Marichuy...
después de días sin estos elementos como los disfrutamos a su regreso, ni hablar de la luz, pero es así amiga la necesidad hace al objeto, saludos querida amiga

virgi dijo...

Grave, querida Marichuy.
A mí se me estropeó una mañana la aspiradora y al cabo de un rato se fundió la bombilla donde leo. Luego el reloj del horno.
Y nada más, así que lo tuyo me pondría de los nervios.
Besos, cuídate mucho.

Cuentos Bajo Pedido ¿Y tu nieve de qué la quieres? dijo...

Y los aparatos todos juntos se descomponen cuando uno está triste o sólo se da uno cuenta que lo hacen al unísono cuando está uno triste? Tal vez lo hagan todo el tiempo....