escribir

Escribir: tratar de retener algo meticulosamente, de conseguir que algo sobreviva; arrancar unas migajas precisas al vacío que se excava continuamente, dejar en alguna parte un surco, un rastro, una marca o algunos signos.[Georges Perec]

abril 18, 2013

carne de cerdo no... porque me entristezco


En esta época aspiracional y aséptica, donde todo —desde las manifestaciones culturales hasta los ideales y las «revoluciones»— es light y efímero, la comida no podía ser la excepción. Lo de hoy es comer poco y ligero. Lo aconsejan todos. Desde los gurús del naturismo hasta los estudios patrocinados algún (nada)desinteresado laboratorio farmacéutico: coma menos y viva más. Coma semillas, verduras crudas y poca proteína animal. Claro, hay variaciones en los alimentos indicados y los prohibidos. Todo dependerá del gurú y la tendencia que se siga. Pero creo que hay uno que estará en toda lista de alimentos prohibidos en pos de una vida más saludable: la carne de cerdo. ¿Habrá un alimento de origen animal más injuriado que la carne de chancho?

Aún recuerdo cuando durante los surrealistas días de la epidemia de Influenza H1N1, a los primeros que se intentó culpar fue a los cerdos. Y yo, cursi como soy, me sentí obligada a defenderlos [entre cerdos también hay clases ]. Lo peor no es culparlos de la gordura y demás achaques humanos, sino usarlos como imagen de los impresentables de la vida pública. Al menos en México, la caricatura política acostumbra usarlos para retratar a banqueros causantes de crisis y saqueos, empresarios voraces y políticos corruptos. Pobrecitos animales. A mí me parecen nobles y aguantadores, como resignados a su triste sino de ser el animal más despreciado de la granja, el más maltratado.

No es que yo pertenezca a alguna asociación protectora de puerquitos valientes… ni de ningún otro animal. Sólo tengo especial simpatía por ellos (y también por los gatos, pero éstos no necesitan que nadie los defienda… salvo cuando algún desubicado llama «gato» al empleado lambiscón y rastrero, error propio de quien no ha convivido con un minino). La primera vez sentí simpatía por un cerdo, y pena por su suerte, se remonta a mi infancia, durante unas vacaciones decembrinas en el pueblo de mi abuela. Era una fría mañana del 1 de enero y yo dormía plácidamente, hasta que unos lastimeros chillidos me sacaron de mi sueño. Eran tan impresionantes que me paré de la cama, todavía algo atarantada, corrí a la ventana y entonces lo vi: en medio del patio interior de la casa, rodeado de guayabos, limoneros y nochebuenas, un amigo de mi familia acompañado por mis primos mayores y mi tío mataba al que sería el plato principal de la comida de año nuevo, un puerco de los que apenas el día anterior yo les había llevado la comida. No alcancé a ver al pobre animal, apenas un poco de sus pataleos pues los árboles me tapaban casi todo, pero con sus lamentos tuve para sentirme mal. Tanto que no quise probar ninguno de los platillos que prepararon con él. Y fue así que desde ese día no pude volver a comer carne de cerdo. Claro, dirán ustedes y con razón, lo mismo pasa con las vacas, la cuestión es que casi no acostumbro comer carne de vaca. Y de los pollos, que sí como, nunca me ha tocado ver cómo los matan. Esa es la diferencia. En lo que a mí respecta, el llanto del cerdo sacrificado aquella fría mañana de enero fue más poderoso que todas las recomendaciones de naturistas y demás gurús de la comida sana y aséptica...~

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Post Scriptum: un encantador cuento sobre un cerdito (aunque de cerámica): Romper el cochinito de Etgar Keret.

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10 comentarios:

Ivanius dijo...

Marichuy:
Inevitable acudir al "llamado del puerco" ;) , aunque yo no he llegado al abstencionismo, sino a... bueno, digámosle "solidarismo culinario". Sin hacer un panegírico calórico (y respetando las razones y abstenciones ajenas) diré que uno de los animales aprovechados casi al cien por ciento como alimento es precisamente el cuino.
En cuanto a la malignidad simbólica, diré que desde Old Major (el sabio de Rebelión en la granja) hasta Empress of Blandings, de P.G. Wodehouse (conste que no mencioné a Babe o a Porky), el gremio porcino tiene buenos representantes de ficción, y como dice la fórmula, cualquier semejanza con personas reales es obra de la casualidad... o muchas veces, de poca imaginación. Ya lo dijiste (y también Pumba): una cosa son los cerdos decentes y otra los puercos.
No conocía el simpático cuento; gracias por enlazarlo.
Abrazo.

marichuy dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
marichuy dijo...

Iván

Gracias por la lectura y el espléndido comentario. Aunque no lo creas, cuando mandaba el post me acordé de ti. Me preguntaba si tu simpatía hacia los cerditos te llevaría a comer o no de ellos. :P

Abrazo

PS: el cuento de Kret es una chulada.

Champy dijo...

Mi maravillosa y legendaria abuela era aficionada a cocinar todo lo que se dice TODO con manteca de cerdo....obvio decirte las delicias que de su cocina salian verdad????
Y murio de 90, vivio como quiso y creo que indepednietemente de los sufrires provocados por los hijos, ningun malestar pudo atribuirle a sus costumbres porcinas.
Yo en honor a ella, cada que puedo coso frijol y lo guiso con manteca, los disfruto tanto nomas de pensar que se asemejan mucho a los que me cocinaba ella..... lo que dicen los exquisitos de la salud y la cocina me viene valiendo sorbete (lo dije bonito Comadre...por aquello de tus finas amistades).
Me doy cuenta que me tienes harta chamba.... te prometo que hoy antes de dormir leere el cuentito del amiguito.... El Jet Lag es la cosa mas horrible del mundo mundial. Perdoname los acentos, por aca no se usan.

2046

Daniel Albarrán dijo...

Yo tenía un recuerdo enterrado desde los 4 o 5 años. Mis papàs, gente de provincia, se trajeron a la casa un puerquito para engordarlo, era negrito con manchas blancas, hasta nombre le pusimos: Pipo.
Un día lo mataron y lloré amargamente; me consolaron como pudieron y pasó el tiempo; hasta hace un año fui un comedor de carne, obviamente de cerdo también, pero un día vi una película que se llama Earthlings, y revivió ese recuerdo infantil. Algo está mal, profundamente mal con nuestro trato hacia los animales, pero hay una especial saña contra los puercos... Champy comenta que lo que dicen los exquisitos de la salud y la cocina le vale sorbete. MIllones de mexicanos pensamos igual, e independientemente del daño y sufrimiento que nos causamos con esos hábitos, lo que estamos fomentando es el infierno para millones de animales: animales nobles, inteligentes, tan mansos que no hacen daño ni para defenderse; ¿no hay algo muy torcido, profundamente cruel, en todo eso? OK, le vale la opinión de los demás, solo le pido a Chompy que por favor haga caso a su propia razón y a su bondad humana y reconsidere su relación alimenticia con los cerdos (o cualquier animal). Y también, que vea Earthlings, un documental que no los va a dejar indiferentes, se los aseguro.

Julio Flomar dijo...

Me gusta comer puerquito. Me acuso culpable.
Y no me defenderé de serlo aunque tampoco me escudaré en que es sólo por costumbre. El ser humano es un animal omnívoro.
Lo más parecido a lo que viviste me pasó con gallinas en el rancho de mis abuelos maternos, también estaba muy pequeño y nunca había estado cerco de animales de granja, en mi cabeza no había relación entre esos curiosos animales y lo que yo comía en el rancho... hasta que me dijeron y vi cómo mataban a una gallina.
Pero yo sigo comiendo pollo, creo que si hubiera convivido más con un puerco o borrego o gallina, chance no me lo hubiera comido. Y es entendible, la gente no se come a sus perros o gatos.

Hace mucho leí un reportaje sobre cazadores, no cazadores de animales exóticos, gente que lo hacía en cursos de fin de semana -lo siguiente es muy extraño pero el argumento me convenció- para humanizar su relación con lo que comía. El hombre ya no caza su comida y no es ni deseable ni problable que lo volvamos a hacer como nuestros prehistóricos antepasados, pero el hecho de cazar (y abrir, limpiar y cocinar) lo que te comes crea una relación distinta con el alimento, supongo. Yo lo más que he hecho es pescar pero no todo lo que hay entre eso y llevar el trozo de pescado a mi boca.

Y ya.
Saludos, Marichuy

virgi dijo...

Yo también recuerdo una matanza y los chillidos del cerdo. Sin embargo, no debió impresionarme mucho porque de vez en cuando no le hago ascos y me sabe muy bien.
El cuento de E. Keret (primera vez) revela muy bien los desvelos de la infancia.
Un abrazo, querida Marichuy

Cuentos Bajo Pedido ¿Y tu nieve de qué la quieres? dijo...

Es una pena que la carne de cerdo sea tan deliciosa...mmmm

Pej dijo...

Marichuy,

Ese cuento de Keret me gusta mucho, siento que comparto algo con el cerdito que sale ahí, ya lo había leído pero no importa.

Me cuesta escribir sobre este tema, para mí es casi un acto de canibalismo o de pollitas comiendo ensalada con pollo, algo así; como tú lo señalas chance lo peor no sea comerte al cerdo, sino ese recuerdo sobre lo que pasa con todos los seres vivos que comemos: el acto de matarlos, y en el caso del cerdito de tu infancia ese llanto que no olvidas.

Los cerditos sufrimos harto y somos nobles... Gracias por no comer puerqitos.


Un abrazo y un beso,

Pej
ε⌒ヘ⌒ヽフ
( ( ・ω・)
'し-し-J

marichuy dijo...

Pej

Qué bonito comentario y qué bonito retrato de un cerdito.

Besitos.