fotograma de Clouds of Sils Maria
Ni escritora ni crítica de cine,
lo sé. Aun así, no puedo evitar teclear algunas líneas sobre películas. Sobre
ciertas películas, claro, no todas las que veo porque entonces este blog sería
sólo de cine y pues no es el caso. El
tema es que recién vi una película, Las
Nubes de María (un título poco comercial o llamativo, supongo que por eso
ha tenido poca taquilla, lo cual es una lástima pues se trata de un film
magnífico), que no ha dejado de darme vueltas en la cabeza. Una historia sobre el
paso del tiempo. Sobre el implacable e imbatible paso tiempo en el más amplio
sentido del término, no sólo sobre las huellas que este nos deja por dentro y por
fuera. Y sobre el reflejo de nosotros en el tiempo, pues el tiempo también es espejo.
Y aunque no creo que la idea del director haya sido darle “un enfoque de
género” en el sentido sociológico de la expresión, Las Nubes de María resulta un film sobre personajes femeninos. Porque si bien a todos, tarde o temprano, nos llega a
pesar el paso del tiempo, esto se acentúa en las mujeres y más aún si se es
actriz de. Vivimos en un mundo que idolatra la juventud por encima de todo,
incluido el talento o la inteligencia, y sólo por debajo de la belleza. Esto en
todos los ámbitos pero más en el mundo del cine y tv (quizá en el teatro no sea
tanto así). Ya lo
dice le clásico: Con la edad, los hombres se vuelven interesantes, mientras que
las mujeres nos hacemos viejas. Podríamos subtitular a Las Nubes de María así: «Cómo envejecer siendo una actriz...
y no morir en el intento».
Pero Clouds of Sils Maria, que es su nombre original, no habla únicamente
del paso del tiempo y sobre envejecer en la vida y en el cine siendo mujer. Habla
de egos e inseguridades, de la feroz competencia y las guerras mediáticas, de cómo una actriz en el mejor momento de su
carrera debe aceptar que en la actualidad lo que vende es el escándalo y la
publicidad, no la calidad de una obra o de una actriz. Y es también un film
sobre dos formas de entender el cine, el teatro, los personajes y la fama;
sobre la autoestima, la sobrevaloración y la soledad. Juliette Binoche da vida
a María Enders, la actriz madura y consagrada que 25 años después vuelve a trabajar
en la obra que protagonizó (y la lanzó a la fama) a los 18 años, pero ahora para
hacer el papel coestelar, el una mujer madura porque el de la jovencita ahora
será encarnado por una actriz hollywoodense, estrella de películas de súper
héroes y androides, adicta al escándalo y los excesos pero tan popular que
atrae multitudes, lo mismo al internet que a las salas de cine. Y aunque esta
premisa no tendría nada de novedosa, en manos del director Oliver Assayas se
convierte en algo más, mucho más que un mero vehículo para el lucimiento de la
actriz Juliette Binoche y sus coprotagonistas Kristen Stewart y Chloë Grace
Moretz. La Binoche es una buena actriz, no sorprende que actúe bien. Lo
verdaderamente sorprendente (para mí) fue ver a Kristen Stewart muy bien en el
papel de la asistente personal de Maria Enders, una asistente que la confronta,
que es su amiga y cómplice, pero también su crítica más dura y espejo más cruel.
Lo que hace un buen director y un buen personaje. Stewart hace olvidar su paso
por esa cosa llamada Twilight.
Las Nubes de María, estupenda reflexión acerca
del miedo al envejecimiento y al fracaso; sobre el ego como motor y espejo,
sobre la inseguridad. Elegante, conmovedora, cruel y hasta sexy, con una estupenda
fotografía y una buena banda sonora que va de Händel al rock (y qué buen rock),
es de lo mejor que he visto en el cine en este 2014.
***
3 comentarios:
Gracias, te hago caso ciegamente en este ámbito. Quizá necesite en este momento, ver películas así, donde se ahonde la cuestión de lo frágiles y reemplazables que somos. Un abrazo.
Por ver a Binoche hago lo que sea, me encantaría verla.
¡Ah, el paso del tiempo! Mejor no sigo, querida Marichuy.
¡Qué interesante, Marichuy!
Estaré muy pendiente, a ver si la estrenan por aquí..
Un abrazo fuerte
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