Mi mujer me dice, desde la cocina: los niños van a desayunar jotquéis, ¿qué vas a querer tú? Deberías cambiar aunque sea un día y comer jotquéis. Tienen todos los nutrientes. Mira: y me enseña el interior del tazón donde revuelve harina, huevo, leche. Nunca quieres jotquéis, siempre huevo, frijoles, tu mentado chile verde, tu queso duro, seguro tus tortillas rancias ya. No sales de lo mismo. Cambia un poco. Mira: me acerco y vuelvo a ver el interior del tazón donde revuelve harina, huevo, leche. Está bien, le digo, dame jotquéis, le doy la espalda y vuelvo, convencido, a mi oficina. Diez segundos después en la oficina, mi mujer: ¿de veras vas a querer jotquéis? Sí. No te creo. De verdad que sí. Pues no te creo, nunca quieres jotquéis. Ahora sí quiero jotquéis. Pues no te creo. Deja que termine con los niños y te hago tu mugroso huevo, ándale. Está bien, le digo, pero que conste que esta vez sí quería jotquéis. Cuentos a mí, dice mi mujer, y vuelve, refunfuñando, a la cocina. ®
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6 comentarios:
Dios me libre de una mujer así. Pero sé que las hay... Mi abuelita... pero nosotros tenemos defectos piores... Estas cosas me ponen los pelos de punta!!! Un abrazo.
Estupendas las cosillas que nos dejas. Siempre un placer pasar por tu blog.
Saludos.
Este cuento me dejó un antojo por huevos con frijoles refritos, chiles toreados y en lugar de tortillas rancias, las cambio por unas salidas directamente del comal...si, eso le hizo falta a mi café.
Saludos y buena semana.
Jajajaja no es tan fácil cambiar, luego no te dejan
Saludos
Algo tenemos de ella, aunque queramos negárnoslo. Besos, querida Marichuy, estoy bastante liada, pero no olvido venir a verte (y a otros, hoy que tengo algo más de tiempo)
Karol
Ja, unos "huevos tirados", creo que se llaman: refritos con frijoles negros y chiles toreados. Muy ricos.
Saludos
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