fotograma del film La amante del teniente francés
“He
sido siempre un soñador irónico, infiel a las promesas interiores. He gozado siempre,
como otro y extranjero, de las derrotas de mis devaneos, asistente casual a lo
que pensé ser. Nunca he dado fe a aquello en que he creído. He llenado mis
manos de arena, le he llamado oro, y he abierto las manos de toda ella,
escurridiza. La frase había sido la única verdad. Una vez dicha la frase,
todo estaba hecho; lo demás era la arena que siempre había sido.
Si
no fuese por el soñar siempre, por el vivir en una perpetua enajenación,
podría, de buen grado, llamarme un realista, es decir, un individuo para quien
el mundo exterior es /una nación/ independiente. Pero prefiero no darme
nombre, ser lo que soy con /cierta/ oscuridad y tener para conmigo mismo la
malicia de no saberme prever.
Tengo
una especie de deber de soñar siempre, pues, no siendo más, ni queriendo ser
más, que un espectador de mí mismo, tengo que tener el mejor espectáculo que
puedo. Así me construyo con oro y sedas, en salas supuestas, tablado falso,
escenario antiguo, sueño creado entre juego de luces suaves y músicas
invisibles.
Guardo,
intimo, como la memoria de un beso agradable, el recuerdo infantil de un teatro
en que el escenario azulado y lunar figuraba la terraza de un palacio
imposible. Había, pintado también, un parque vasto alrededor, y gasté el alma
en vivir como real todo aquello. La música, que sonaba blanda en aquella ocasión
/mental/ de mi experiencia de la vida, convertía en real de una fiebre aquel
escenario gratuito.
El
escenario era definitivamente azulado y lunar. En el tablado, no recuerdo quién
aparecía, pero la pieza que pongo en el paisaje recordado me sale hoy de los
versos de Verlaine y Pessanha; no era la que olvido, pasada en el palco vivo
más acá de aquella realidad de azul música. Era mía y fluida, (la)
mascarada inmensa y lunar, (el) interludio de plata y azul concluido.
Después
vino la vida. Aquella noche me llevaron a cenar al León. Conservo aún el
recuerdo de los filetes en el paladar de la nostalgia —filetes, lo sé porque
lo supongo, como hoy nadie hace o no como yo. Y todo se me mezcla —infancia,
vivida a distancia, comida sabrosa de noche, escenario lunar, Verlaine futuro y
yo presente— en una diagonal confusa, en un espacio falso entre lo que he sido
y lo que soy.”
Fernando Pessoa [16-10-1931]
Fragmento 218 de Libro del Desasosiego, pág.
133-134
***
3 comentarios:
Es una combinación característica del ser melancólico...me gusta este texto de Pessoa, mas hoy que afuera el cielo esta gris y amenaza con llover. Saludos
Qué maravilla y qué desgracia, la vida cayendo como una lluvia de plomo... Un abrazo.
Mira que tengo a dos metros ese libro y nunca lo he abierto. He leído otras cosas de Pessoa, así que ahora mismo lo cojo, gracias a ti, querida Marichuy. Ya te diré.
besos y besos
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