“[...] No menos triste que ver envejecer y morir a la persona que amamos, es descubrir que nos engaña o que ha dejado de querernos. Sometido al tiempo, al cambio y a la muerte, el amor es víctima también de la costumbre y del cansancio. La convivencia diaria, si los enamorados carecen de imaginación, puede acabar con el amor más intenso. Poco podemos contra los infortunios que reserva el tiempo a cada hombre y a cada mujer. La vida es un continuo riesgo, vivir es exponerse. La abstención del ermitaño se resuelve en delirio solitario, la fuga de los amantes en muerte cruel. Otras pasiones pueden seducirnos y arrebatarnos. Unas superiores, como el amor a dios, al saber o a una causa; otras bajas, como el amor al dinero o al poder. En ninguno de estos casos desaparece el riesgo inherente a la vida: el místico puede descubrir que corría detrás de una quimera, el saber no defiende al sabio de la decepción que es todo saber, el poder no salva al político de la traición del amigo. La gloria es una cifra equivocada con frecuencia y el olvido es más fuerte que todas las reputaciones. Las desdichas del amor son las desdichas de la vida. [...]”
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—Octavio Paz, nacido hoy hace 99 años, en «La llama doble»
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6 comentarios:
Es un fragmento hermoso. De cualquier manera que lo miremos no hay de otra. Así que, como suelo decir antes de entrar al mar: pos ya que.
Saludos
¡Vaya que sí! Exponemos nuestra incompletud. Saludos.
Nada es sin riesgo, y eso lo dice preciosamente don Octavio. Abrazo.
Y la vida es una sucesión de desdichas.
Cuando el amor se cansa, de improviso queremos respirar aires distintos...¡ah, los recodos del camino!Q
Besitos, querida Marichuy
un pensamiento siempre luminoso. Es hora de que aun no consigo la llama doble.
Abrazos viernecinos
Y aún sin exponernos, estamos expuestos
Auch
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