escribir

Escribir: tratar de retener algo meticulosamente, de conseguir que algo sobreviva; arrancar unas migajas precisas al vacío que se excava continuamente, dejar en alguna parte un surco, un rastro, una marca o algunos signos.[Georges Perec]

junio 03, 2012

la vida en 36 C




Antes de que la telenovela [y novela] colombiana Sin tetas no hay Paraíso irrumpiera en el mercado, conocí a alguien para quien un par de pechos generosos [muuuy generosos] representaba el punto de partida hacia la vida soñada, parienta cercana del paraíso. Conocí a Gilda en la escuela primaria, justo al ingresar al cuarto grado y desde entonces hasta la Universidad asistimos a los mismas escuelas, casi siempre en el mismo grupo. Pese a ser tan distintas (y a tener algunos roces) había algo que nos unía fuertemente, quizá era esa cierta sensación de orfandad con la que ambas crecimos, la de ella de alguna forma cierta pues nunca conoció a su padre; la mía, más bien metafórica pues nunca viví con los míos. 



El recuerdo que ahora entresaco de los pliegues de mi desmemoria ocurrió al final del verano, poco antes de ingresar al último curso de bachillerato. Esas era las primeras vacaciones escolares—casi dos meses—en las que no habíamos convivido ni un día. Aquel último verano preparatoriano yo lo había pasado en la casa de mis padres, en la costa del Pacífico mexicano, mientras ella permanecía en la ciudad…dispuesta al puro aburrimiento, según sus propias palabras. Huelga decir que después de casi dos meses de no vernos, deseábamos rencontrarnos para contarnos todas las novedades. Así que apenas supo de mi regreso de Acapulco, me invitó a visitarla en su casa para platicar largo y tendido. Nuca olvidaré aquella mañana cuando la vi frente a mí: tendida en su cama, pese a no aparentar enfermedad alguna, algo de incomodidad dejaba ver por más que intentara sonreír. Eran más de las 11:00 AM y ella todavía estaba en bata. Pero no era eso lo que más llamaba mi atención, sino la extraña languidez en su mirada [normalmente chispeante], la cual decía más que su insistencia en repetir que se encontraba de maravilla. Aquella bata varias tallas más grande de la necesaria contradecía su afán por siempre usar ropa que la favoreciera. En medio de mis elucubraciones platicamos nimiedades novedosas un largo rato, hasta que intempestivamente ella se levantó de la cama y ahí, parada a espaldas de la ventana, sin más desabotonó su holgada bata para mostrarme su recién estrenada anatomía. Sobra decir que mis ojos se abrieron desmesuradamente (y yo creo que hasta mi boca) cuando vi frente a mi aquellos inesperados, e increíbles, pechos. Al ver mi asombro, Gilda no pudo más y soltó una gran carcajada nerviosa: 


Pues me animé, querida. Resignada a que ya no me crecerían de manera natural, convencí a mi madre de pagarme la operación y aquí me tienes… voluptuosa como siempre quise ser. De la copa AA a la C gracias al bisturí, a ver quién se atreve a llamarme campeona de natación a partir de ahora; sólo lamento dejarte sola en la alineación de las campeonas de natación…

Cuando salí de mi asombro, la felicité efusivamente, bien sabía yo lo mucho que le pesaba sentirse dejada de la mano de dios: su escuálida figura no tenía nada que ver con el bien formado y voluptuoso cuerpo de su madre, una belleza que en mi imaginación bien habría podido protagonizar películas de los años 50's, al lado de las curvilíneas Ninón Sevilla y Rosita Fornés. Una vez pasada la euforia, reiteradas felicitaciones y las preguntas técnicas de rigor [¿no era muy joven para operarse los pechos?, ¿dolía mucho el post-operatorio?, ¿cuándo podría ponerse bikini para poder lucir semejantes atributos?], la imprudencia de mis 16 años me llevó a preguntarle: Oye, ¿y qué durará más: los pechos grandes y bien levantados o el levantón de autoestima? Por fortuna lo tomó de buena gana y sin más me respondió:

Espero que los pechos. Esta gracia salió muy cara, como para andar operándome a cada rato. La autoestima, con un chocolate y un coco-wash puede medio componerse…

Casi llorando de risa, brindamos con jugo de naranja a la salud de sus nuevos pechos…

***


14 comentarios:

Jo dijo...

jaja... que gracia. Creo que el levantón de autoestima deberia durarnos mas pero si nos podemos ayudar...nadie peca :)
Yo sinceramente tan miedosa soy que seguro me costaria entrar a un quirofano si no es realmente necesario y no quiere decir que no tenga mis traumitas inflados (mi nariz por ejemplo)
... o seguro ya entrada en gastos pues alguna otra cosa mas....

a veces en este mundo ya plagado d emodos, modelos y estereotipos parece que uno tendria que "arreglarse" y arreglarselas a cada rato...

siempre he dicho que aunque lo critiquen muchas personas sobre arreglarte demasiado o ocuparte de la apariencia cada quien se arregla con estar bien consigo unas las hacen operandose, otras tiñendose el pelo otras con photoshop... jajajaja y otras quiza con otras cosas menos superfluas pero igual nos haran la vida un poco mas liviana... aunque hablando depechos... de otra talla!

:)

malbicho dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
malbicho dijo...

es terrible que el físico parece serlo todo por más que nos esforcemos en desmentirlo, es una fuerte carga portar lo que llevamos por exterior, así sea estética esa capa externa, al final nos juzgan principalmente por eso y ese juicio pesa sobre casi todos los demás aspectos

a tu amiga seguro le duraron más las prótesis que la autoestima falsamente apuntalada, esa se tambalea por tantas cosas a lo largo de la vida, pero esos pechos erguidos a medida que pase el tiempo resaltaran más por su altivez

(delicioso relato)

Darío dijo...

Es verdad que hay gente que precisa desesperadamente que su apariencia obnubile, o quizá, quien sabe, que tape carencias. Pero, si la autoestima con chocolate sube, no estamos tan mal.
Un abrazo.

Lata dijo...

JAJAJAJA...
=)

Karol Arcique dijo...

Cuando leí el titulo pensé que te referías a la temperatura, aquí estamos viviendo nuestra temporada en el infierno con todo y lluvias. Las tallas se olvidan hasta la próxima temporada de playa...Saludos

elperroverde dijo...

Muy bueno... jajaja... magnifico post.
Un abrazo.

Cuentos Bajo Pedido ¿Y tu nieve de qué la quieres? dijo...

Creo que lo más importante es la autoestima, porque que si no ni la operación te va hacer sentirte bien. Conozco amigas que les ha cambiado la vida por ponerse más busto, después de ser –AAA. Otras que se han quitado la cicatriz vertical de la cesárea de emergencia. Quitarse la panza después de 3 embarazos, que queda a pesar de estar flaca. Quitarse el ombligo de “botón de timbre” y hacerse uno más bonito. Estar más tranquis quitándose busto y pasar de C o D a una cómoda A (al menos 3 amigas). Quitarse la lonja llamada “callo de la andadera” con una leve lipo.
En fin. Creo que la autoestima no se compra con nada. Y que si uno se quiere hacer algo para sentirse un poco más cómoda que lo haga.
Cabe mencionar, que yo no ni siquiera me pinto el pelo jajaja así que no sé si me operaría algo en el futuro. Por el momento me siento a gusto.
Me agradó la lectura y recordé algunas chocoaventuras de la infancia
Saludos

virgi dijo...

Una adelantada de la cirugía.
La verdad si así fue más feliz, lo mejor que hizo, el brindis tenía su fundamento.
Un abrazo, Marichuy.
(¡Acapulco, qué maravilla!)

Champy dijo...

Muy ameno tu relato Comadre...veo que desde huerquilla se te daba la gente orata a tu alrededor verdad??? Yo tambor.
Oye pero que jovencita!!!
Con esos padres te apuesto lo que quieras que no pasaron 2 años y se operó otra cosa verdad????
Cada quien sus necesidades, chido para los que tienen para corregirse de ésta manera sus problemitas, yo no tengo nada en contra de ello....me cae gorda la gente que lo niega y que se niega a sí misma, pero eso, delata otras broncas.

Me deje ir con la finta de que están practicamente viviendo en un infierno...por aquello de la temperatura!

2046 acalorados besos.

Angeek dijo...

Al llegar a este punto de mi vida me pregunto ¿qué se sentirá vivir, en el aquí y ahora, con la máscara plástica de lo que fue allá y entonces?

Xabo Martínez dijo...

Cuando vi el post, pensé en 36 grados y no en c. ja. Y no sé. Sin duda que la redondez de los senos, demuestran mejor que el mundo es redondo que Galileo. Sin embargo lo natural es doblemente bello. (pienso). Y antes que me de calor me despido.

Abrazo enormísimo.

La sonrisa de Hiperion dijo...

Pero que buena la viñeta! jajaja

Feliz domingo.

Fernanda Sandoval dijo...

Algunas personas necesitan verse bien para sentirse felices, yo no tengo nada contra eso. A mí, en lo personal y como leí hace tiempo, me haría feliz ser delgada, pero me hace aún más feliz un buen pedazo de pastel. La vida es difícil, que sé yo.