Roland Barthes [La Chambre Claire -La Cámara Lúcida-.]
Nunca me ha gustado fotografiarme. Al menos no en demasía. Mientras escribo esto, recuerdo una entrevista con el pintor mexicano José Luis Cuevas, en ella, quien algún día fuera considerado L’enfant terrible del arte mexicano, confesaba que entre sus actividades diarias ineludibles estaba la de hacerse un autorretrato (no sé si aún lo haga): cada mañana, el pintor se sentaba frente al espejo para trasladar al lienzo la imagen que él le devolvía. De hecho, la entrevista se había realizado por la mañana en su casa para que el entrevistador y fotógrafo pudiesen atestiguar la obra. Cuando leí la entrevista [en una vieja revista llamada Revista de Revistas], yo era adolescente y aquello me pareció, más que un exceso de excentricidad, egocentrismo en demasía [y esto viniendo de un artista conocido, entre otras cosas, por estar demasiado centrado en sí mismo.]
Recordé esta anécdota porque la cita de Roland Barthes me hizo pensar en que más allá de la arrogancia y egocentrismo de José Luis Cuevas, su afán por autorretratarse cada mañana tenía que ver con lo que menciona el filósofo francés: tener la posibilidad de volver, muchos años después, a atestiguar instantes (en este caso expresiones faciales) que nunca más podrían repetirse. Pienso en esto y recuerdo a mi abuela, también negada a ser retratada. Nunca supe si sólo porque no le gustaba o porque secretamente pensaba, como los hombres de otros siglos, que al ser fotografiados somos despojados de un pedacito de nuestra alma. Ahora me arrepiento de no desobedecerla y haberle tomado muchas fotos. A ella y a otros seres queridos que ya no están aquí. Si bien los recuerdos esencialmente los atesoramos en la menoría (el olfato, la piel, etc.), es bueno guardar alguna evidencia de aquellos momentos irrepetibles, de aquellos gestos humanos tan únicos, cambiantes y pasionales que nunca más volverán a repetirse. Tan sólo para mirarlos de vez en cuando. Quizá para contradecir al olvido, darle una sacudida al paso del tiempo.
~~~~
~~~
22 comentarios:
y a veces creo que no todo el mundo tiene las pupilas para captarlo...
La fotografía nos confirma temporalmente y nuestra mente continúa en un déjà vu intermitente e interminable. Grandiosa Marichuy.
A veces pienso que las fotos llevan algo de morbo, pero a veces me agarro la nostalgia, cuando alguien trae fotos de un tiempo olvidado. Un abrazo.
Contradecir al olvido, es todo un reto. Remotamente quedan los olores, pero la piel, la sensacíón del contacto se me va de entre las manos día día....
A mí tampoco me gusta que me tomen fotos, creo que ahora lo tolero más. Y me gustan menos los autoretratos, tampoco me gusta hacérmelos* -excepto por lo que estoy a punto de confesar.
La confesión
Cuando era muy joven hice lo mismo que Cuevas durante dos años: Todos los días me tomaba una foto, no había segundos intentos para ver cómo quedaba ni nada, sólo un close up (casi todas) como saliera. Cuando empecé a leer tu post me brincó lo que decías del egocentrismo. Nunca lo vi así en esos años, las fotos no eran para mostrarlas a alguien más, era sólo una especie de diario emocional, hasta ahora que escribo esto es la primera vez que hablo sobre eso que hice.
Y sí, comparto tu conclusión, el motivo era guardar objetivamante esos "yo" que fui. Notar los pequeños cambios de un día a otro, no físicos, emocionales.
Actualmente sigo haciendo esa especie de diario, sólo que cambié la dirección del objetivo de la cámara: Ésta ya no me toma, toma lo demás y a los demás. Cuando veo las fotos que tomo ahora y las recorro en la línea de tiempo me sigo encontrando aunque no me vea, más o menos es igual a cuando uno escribe algo que no sea un diario. Lo que queda materialmente sigue siendo lo que eres/fuiste aunque lo que escribes o fotografíes nunca haya sido tú realmente. El espejo de uno mismo está en cómo encuentras lo demás.
Lo que escribes sirve igual que las fotos, tú construyes y re-imaginas lo que viviste con tu abuela, casi apostaría que cuando relees lo que escribes sobre ella encuentras una sensación parecida al verla en una foto.
Ah, y por supuesto que las fotos, las buenas fotos, roban el alma. Sólo un pedacito, si no fuera así no serían buenas fotos.
Un beso, marichuy
*el otro motivo por el que no me gustan los autoretratos es porque son [casi siempre] una muestra de falta de confianza en el otro.
Marichuy creo que es verdad, el cambio es permanente, es como si todo lo existente corriera sin detenerse hacia "algo" que nos es común a todos. Barthes creo tiene razón, saludos mi querida amiga
Mi madre tiene muchas fotos de joven y de madre, pero en estos últimos años nunca había querido que la retratáramos. Poco a poco la he ido fotografiando y ahora tenemos algunas muy lindas. Y creo que ella se ha rendido bastante, pues entiende que queremos tener impresos sus buenos momentos.
Sé que algún día (ojalá tarde en llegar) esas fotos nos reconfortarán mucho.
Por todo esto te entiendo, Marichuy, un fuerte abrazo.
La vida es una carrera que empieza cuando nacemos y termina en la tumba. No todo lo recordaremos pero siempre es bueno ir a las fotografias pare atraer el recuerdo.
Bonita reflexion.
Saludos.
Todos tenemos que olvidar... si no, no podríamos vivir...
Saludos y feliz domingo.
Jolie
Muy cierto. A veces no vemos ni lo que tenemos enfrente, menos que sepamos distinguir.
Ramön
Sip, la vida como en una constante elipsis.
Saludos
Joven Cuervo
¿No será que el morbo, como la belleza, está más en quien las mira?
Un abrazo
Cuentista
Eso, loque queda es el huecomdemla ausencia.
Saludos
Pickppcket
Me sorprende tu confesión, creo que nunca nadie me había contado algo así. ¿Y por qué dejaste de hacerlo? Sin duda es un ejercicio muy muy interesante y además, creo, en el fondo encarna un cierto tipo de valor. Es un poco como mirarse en el espejo mucho más allá de le mera apariencia.
Un beso
PS ¿En serio crees eso de que una buena foto robe un poquito del alma del retratado?
Querida Abuela
Sip. El cambio es permanente y registrarlo segundo a segundo es imposible, me parece, de ahí el valor de esas fotos.
Un abrazo
Querida Virgi
Qué bueno que tu madre se dejaba fotografiar de joven. Esos recuerdos te quedarán para mirarlos en momentos quizá no tan gratos.
Un bezo
Luis
Cierto... una constante carrera, con baches y desvíos incluidos.
Saludos
La Sonrisa de Hiperión
La memoria tramposa se encarga de eso. Y si no llegara el olvido, siempre nos auedará la posibilidad fe los recuerdos mejorados... a lo Proust.
Un abrazo y gracias.
no sólo no me gusta, sino que odio retratarme, odio la imagen que el espejo y la cámara me devuelven, y sin embargo, cuando veo una foto vieja (y recuerdo vívidamente la sensación negativa al verme por primera vez en esa foto), comprendo que ese recuerdo tiene un valor importante... incluso, hasta me digo que ni me veía tan mal -je-, y lamento los recuerdos que no me esforcé en preservar, cada vez me resigno un poco más a la imagen en la que obligadamente me tengo que reconocer, curioso, hace unos minutos vi la foto con que mi hermano ilustra en su celular mi contacto y me gustó verme pues tengo una expresión muy sonriente y espontánea, creo que es la primera vez que no me desagrado tanto (hasta eso, debo aguantar que todos me digan que soy fotogénica, o sea, que esa imagen que yo odio ver es todavía mejor a la que realmente doy)
siempre es un placer leerte, pero es todavía más grato reencontrarse con tus letras después de un tiempito de ausencia involuntaria
te dejo un abrazo
tu texto y tu reflexión me recordaron a un ejercicio que se ha repetido mucho y se ha expuesto viralmente: tomarse una foto diaria durante años y con esas imágenes hacer un video, el primero que lo hizo y se hizo famoso al subirlo a youtube fue este chamaquito:
http://www.youtube.com/watch?v=6B26asyGKDo
Coincidimos, a mí tampoco me gustan que me tomen fotos. Pero en mi pasado cumple, acepté fotografiarme. Ya qué.
No podremos acabar con el pasado.
Abrazos.
Lo dejé de hacer porque sí. Creo. Realmente no sé porqué. O no recuerdo. La memoria falla a veces. Si me acuerdo te digo.
Respecto a que una buena foto roba un poquito del alma del retratado sí lo creo, piensa en alguna buena de tu abuela o de alguien que no conozcas en persona excepto de ese modo, ¿no lo sientes cerquita y que le conoces algo? Algo así es el alma, ¿no?
Otro beso
Publicar un comentario