escribir

Escribir: tratar de retener algo meticulosamente, de conseguir que algo sobreviva; arrancar unas migajas precisas al vacío que se excava continuamente, dejar en alguna parte un surco, un rastro, una marca o algunos signos.[Georges Perec]

agosto 03, 2011

más allá de la oscuridad



Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
esta muerte que nos acompaña
desde el alba a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un absurdo defecto. Tus ojos
serán una palabra inútil,
un grito callado, un silencio.
[Cesare Pavese]

Pensar la muerte. No la muerte como un ente tan abstracto como absolutamente real, lo único seguro que tendremos en esta vida (por paradójico que suene… y sea), pero no del todo palpable, siempre visto como algo cuya fecha de ocurrencia prefiere uno desconocer. No. No hablo de ese acercamiento. Hablo de pensar la muerte como posibilidad a corto plazo. Pensarla así, cambia todas las perspectivas. Y no porque uno se ponga a pensar, como en cadenita de PowerPoint o Meme de Twitter, en todo lo que le gustaría hacer antes de morir. La verdad es que la primera impresión que queda, las primeras ideas que llegan, lejos están de esa idílica idea. La sensación es más cercana al vacío, a imaginar mares ignotos, ya calmos, ya indómitos; una melancólica sensación de lejanía, de tristeza. Escribo estas líneas una nublada mañana dominical, típica del lluvioso verano de la ciudad de México. Las escribo poco después de enterarme de la muerte del escritor cubano-mexicano Eliseo Alberto. Es decir, las escribo en total sintonía. Pienso en él, en sus bellos artículos semanales en la prensa mexicana, en sus ganas de vivir, en su amor por la comida cubana; en todo lo que ya no escribirá, en la música que ya no escuchará, en el mar que ya no verá, en su Cuba a la que nunca volverá (decía él, y decía bien, que del exilio jamás se vuelve). Y al hacerlo, me lleno de nostalgia porque, toda proporción guardada, algo así he pensado respecto a mí. Y cierro los ojos, como si al hacerlo anulara tal posibilidad. Y mejor vuelvo a Eliseo Alberto, pienso en su condición de naufrago hallado en una tierra extraña, en la que se afincó sin olvidar un solo día la propia tierra. Una nueva tierra a la que se aferró como se aferra un náufrago a una tabla de salvación, porque… ¿qué es el exilio, sino una forma de naufragio? Pienso justo en eso, en el naufragio como pariente cercano de la muerte vista ésta como una sensación de abandono y lejanía, de pérdida de lo que uno fue. En ese sentido, creo, todos somos náufragos, aun sin haber abandonado el país de origen. Somos náufragos y huérfanos de la única patria verdadera que tenemos, según Rilke, nuestra infancia. La infancia, nuestra patria perdida. 

Y hablando de pérdidas, cuando uno ha llorado la muerte de más de un ser querido, de alguna forma aprende a convivir con ella. Digo convivir y casi me río, pero sí, es un poco eso: uno convive con ella porque sabe que algún día, más tarde o más temprano, ella vendrá, siempre vendrá. Mi cabeza, esa cefalea que, a veces, semeja una versión ingrata del ángel de la guarda, pues no se me separa ni de noche ni de día, me ha llevado a imaginar una que otra historia dramática. Y me he visto enferma, gravemente enferma. Sin duda soy catastrofista, pero no nomás porque sí: cuando doctores iban y venían sin dar con la causa exacta de mis dolores, no pude más que imaginar lo peor. Por ejemplo, tumores inoperables. Y, sobre todo, imaginarme a mi misma perdida en la oscuridad. Y es que entre las variadas formas de sufrimiento, entre las distintas pérdidas físicas a que estamos expuestos, quizá ninguna me parezca más dolorosa que la posibilidad de perder la vista. Y los dolores de cabeza, el que de repente sean tan fueres que me obnubilen la visión (con y sin metáfora), me hace pensar en ello. Y es entonces cuando la posibilidad de la muerte me parece casi menos cruel que ya no ver. Diría mi abuela: semejantes ojos de plato para que no veas ni por donde caminas m’hijita (de niña era muy atrabancada y a menudo iba a dar con toda mi pobre humanidad al suelo. Las cicatrices de mis rodillas dan fe de ello). Todos tenemos fobias o miedos. El mío es ese: no poder ver nada de lo que me rodea, ni la luz del amanecer ni la oscuridad del anochecer, ni una puesta del sol, una mirada, unas letras, una sonrisa. Sentirme inerme en medio de esa oscuridad. Tener que aprender de nuevo a valerme por mí misma. Qué lúgubre yo, pero así fue. Tantos pensamientos lúgubres me han rondado desde el día en que mis cefaleas se volvieron una constante en mi vida. Pensamientos pesimistas y tristes. Ahora escribo esto a sabiendas de que no es un tumor inoperable la causa de mis dolores. Citando a los clásicos: la buena es que tal posibilidad ha quedado descartada; la mala, que sigo sin conocer saber la razón de mis casi cotidianas cefaleas y que el temor a perder la vista no me ha abandonado. Pero hay un miedo que he perdido: confesar mi miedo. No escribo esto (al menos esa no fue mi intención) como una lacrimosa letanía que busca la compasión. No. Lo escribo como una forma de desafío, como un decir que he perdido el miedo admitir ese temor. Que puedo escribirlo. Y ya. Sólo eso. Necesitaba decirlo. 

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14 comentarios:

La abuela frescotona dijo...

Marichuy, tu miedo es el mio, y no puedo decirlo ni escribirlo, desde niña que duermo con una lucesita prendida todas las noches de mi vida...
me uno al homenaje al escritor cubano.
saludos querida amiga

QUANTUM dijo...

Yo, te acepto a ti, como mi legítima esposa, amarte y respetarte; en lo próspero, en lo adverso, en la riqueza, en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte nos separe.
-Juramento nupcial de la religión católica-

LOS CAMPOS DE TRIGO

El viudo. Miraba en el horizonte del mar perdido en los colores del alba… ¡Qué es el mundo sin el mar!

Como en la gran obra de Frida Kahlo: “Las dos Fridas”. Estás siempre en mi mente. Si sonríes, sonrío, si te pones triste me entristezco; si tú vives, yo vivo. Si mueres ¿A dónde chingados voy cuando la muerte no me es suficiente?

El maestro Carlos Monsiváis, cinéfilo, decía que en sus tiempos ver cine era una formación literaria:

-“Amor” es una emoción humana.
-No. “Amor” es simplemente una palabra. Lo que importa es la conexión que ello implica.
(Diálogo de un film de los hermanos Wachowsky)

Ella, su esposa, yacía en la cama del hospital en estado vegetativo. Él, su esposo, le contemplaba… y recordaba. El había tomado un curso exprés de enfermería para saber lo necesario y atender personalmente a su amada, durante su estancia. En esa habitación, procuraba que hubiera flores que le hicieran compañía en lo que él se ausentaba.

Ellos decidieron casarse en un campo silvestre, a la intemperie, por un sacerdote de religión no explícita. Así sin más personas. Pensaban que si existía una energía superior estaba en todas partes y no necesariamente en una iglesia; y no había invitados, porque nadie más podía percibir el amor que sólo ellos sentían. El casamiento debía efectuarse alejado del bullicio; sin ningún afán de saciar morbos de nadie. Terminada la ceremonia el sacerdote se retiró en su combi hippie… y quedándose ya solitos armaron su tienda de campaña, disfrutaron del resto de la luz de día y cuando llegó la luz de noche hicieron su fogata y se prepararon algo rico para cenar; escucharon música y justo en la media noche, su cuerpos desnudos expresaban un encuentro con la intimidad. Aquel día, fue un hermoso día.

En un principio. No contaban con solvencia económica, pero contaban con grandes mentes que al juntarlas eran dinamita pura. Pensaron y elaboraron un buen plan y se hicieron de su propia cafetería donde se preparaba un muy rico café y unos muy ricos emparedados; así como la venta de libros; y un rinconcito donde el público podía tomar un libro y leer en lo que disfrutaba de su café; y otro rinconcito donde se podía hacer uso del servicio de internet para la lectura del mundo virtual, si así preferían. La cafetería se llamaba: “Amère cholat”. En donde, por supuesto, no podía faltar el chocolate caliente. Un lugar de muy buena vibra.

QUANTUM dijo...

Él vendió la cafetería y junto con los ahorros dar mantenimiento de su esposa que se encontraba conectada en la cama del hospital. Para eso es el dinero, para gastarlo y compartirlo con otro ser humano.

Él tenía la esperanza de que ella despertara, soñador como era, él esperaba un milagro. El tiempo pasaba y nada. Él se encomendó a Dios, pero Dios no respondió; entonces decidió encomendarse al diablo y venderle su alma, pero el diablo tampoco respondió… ¡Qué poca madre!

Sus recursos financieros ya eran insuficientes y le advirtieron que no tardarían en desconectar a su esposa de la máquina que la mantenía respirando. Decidió, pues, que sería cremada. Un día antes que eso sucediese él la veló, a los muertos se les debe velar, sin embargo, él no sabía rezar y a falta de eso empezó a leer poesía en voz alta; leía, y mientras leía había momentos que se le quebraba la voz, se desplomaba y se echaba a llorar al pie de la cama; las lágrimas brotaban y brotaban de sus ojos; el nudo en la garganta era atroz y el fluido nasal, inevitable. No obstante a varias veces de caer, volvía a reincorporarse y a seguir leyendo, diciendo para los dos: “Tú eres un sueño y yo tu centinela”.

Las cenizas, al día siguiente, con la ayuda del viento, fueron esparcidas por el mar. Ahora ella se volvía un solo ser con el mar.

Qué es la vida, sino eso, un dulce melodrama...



...Un dulce melodrama

Pickpocket dijo...

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Dirk Heyne dijo...

Supongo que el único motivo por el que la muerte parece ser tan importante para la gente es el tiempo. Sin finitud la muerte sería una trivialidad que nunca llega... Saludos de blog a blog!

Jo dijo...

el miedo... a veces me abruma marichuy
y ya no tengo edad creo para eso... o si?

malbicho dijo...

qué bueno que se ha descartado esa terrible opción, espero así también se descarten uno a uno tus malestares

una pena lo de Eliseo Alberto, cada vez nos quedamos más huérfanos de letras

Lily dijo...

Necesitabas superar ese reto y lo has conseguido. ¡Enhorabuena!
Escrito está y seguro que ya andas relativizando...Nuestra mente es poderosísima y siempre nos transmite los mensajes negativos.
¡Respira Marichuy! Respira profundamente y busca instantes relajados que ahuyenten de tí esos pensamientos negativos...
El estres, que es un arma - esta vez sí, de destrucción masiva -, puede provocar cafaleas y mil sintomas más...¡Frena! si es el caso... Las cervicales también dan dolores de cabeza...
¡Respira querida Marichuy y ofrécete momentos de mucho relax.
Un beso.

Cuentos Bajo Pedido ¿Y tu nieve de qué la quieres? dijo...

Me gusta eso de necesitaba decirlo.

Yo también necesitaba decirlo, esa desgracia que siento en el corazón por la pérdida de una abuela y la confusión de un amor que se diluye sin que pueda hacer algo al respecto, no más de lo que ya he hecho.
Me siento agotada y cuando siento que se me sube la muerte por las piernas, me sacudo el miedo y me trepo a la bicicleta, esperando que pueda huir un poco más de tiempo o el suficiente para yo misma llegar a ser una buena abuela. En fin. Como siempre es bueno leerte y con frecuencia siento que dices lo que necesito oír para cambiar mis pensamientos hacia unos más amables, más llevaderos. Gracias

virgi dijo...

Querida Marichuy, hace menos de media hora hablé con una amiga que lleva años con unas cefaleas horribles. Se despierta de madrugada y tiene que tomarse con rapidez la medicina para poder descansar luego un poco más. Ha estado en muchos médicos y al final parece que puede ser de la dentadura.
En días pasados le han colocado unas piezas y alguna otra cosa que no sé, ahora lleva varias noches durmiendo muy bien. Te lo digo porque me has recordado el caso y en la distancia con la que nos relacionamos, algo de tus molestias llega hasta mí, deseando que te mejores.
Un abrazo fuerte.

QUANTUM dijo...

Queda prohibido llorar sin aprender,
levantarte un día sin saber qué hacer,
tener miedo a tus recuerdos.

Queda prohibido no sonreír a los problemas,
no luchar por lo que quieres,
abandonarlo todo por miedo,
no convertir en realidad tus sueños.

Queda prohibido no demostrar tu amor,
hacer que alguien pague tus deudas y el mal humor.

Queda prohibido dejar a tus amigos,
no intentar comprender lo que vivieron juntos,
llamarles sólo cuando los necesitas.

Queda prohibido no ser tú ante la gente,
fingir ante las personas que no te importan,
hacerte el gracioso con tal de que te recuerden,
olvidar a toda la gente que te quiere.

Queda prohibido no hacer las cosas por ti mismo,
tener miedo a la vida y a sus compromisos,
no vivir cada día como si fuera un último suspiro.

Queda prohibido echar a alguien de menos sin
alegrarte, olvidar sus ojos, su risa,
todo porque sus caminos han dejado de abrazarse,
olvidar su pasado y pagarlo con su presente.

Queda prohibido no intentar comprender a las personas,
pensar que sus vidas valen mas que la tuya,
no saber que cada uno tiene su camino y su dicha.

Queda prohibido no crear tu historia,
no tener un momento para la gente que te necesita,
no comprender que lo que la vida te da, también te lo quita.

Queda prohibido no buscar tu felicidad,
no vivir tu vida con una actitud positiva,
no pensar en que podemos ser mejores,
no sentir que sin ti este mundo no sería igual.

(Pablo Neruda)

[Phillipe, je ne sais pas ]

Darío dijo...

Pienso en De vierde man de Verhoeven, una frase que decía el personaje: "pensando en la muerte no puedo dormir y al no dormir pienso en la muerte".
Pero pienso en la muerte como algo cotidiano y que te roza. Quien no vive con la muerte, difícilmente pueda figurarse su verdadera dimensión.
Un abrazo.

LUIS TORRES dijo...

Le temo a la muerte, tanto me da igual morir joven o viejo, igual tengo panico a que ese momento me llege, la vida de por si es un viaje o carrera absurda hacia la muerte, nuestro paso por este mundo es absurdo, pero podemos ponerle u sentido a esta vida absurda siendo buenos padres, buenos profesionales etc.

Saludos

QUANTUM dijo...

[Satélite]

INSTANTES

Si pudiera vivir nuevamente mi vida,
en la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido,
de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.
Correría más riesgos,
haría más viajes,
contemplaría más atardeceres,
subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares adonde nunca he ido,
comería más helados y menos habas,
tendría más problemas reales y menos imaginarios.

Yo fui una de esas personas que vivió sensata
y prolíficamente cada minuto de su vida;
claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría
de tener solamente buenos momentos.

Por si no lo saben, de eso está hecha la vida,
sólo de momentos; no te pierdas el ahora.

Yo era uno de esos que nunca
iban a ninguna parte sin un termómetro,
una bolsa de agua caliente,
un paraguas y un paracaídas;
si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.

Si pudiera volver a vivir
comenzaría a andar descalzo a principios
de la primavera
y seguiría descalzo hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita,
contemplaría más amaneceres,
y jugaría con más niños,
si tuviera otra vez vida por delante.

Pero ya ven, tengo 85 años...
y sé que me estoy muriendo.

   (Jorge Luis Borges)

EL MEMORIOSO