escribir

Escribir: tratar de retener algo meticulosamente, de conseguir que algo sobreviva; arrancar unas migajas precisas al vacío que se excava continuamente, dejar en alguna parte un surco, un rastro, una marca o algunos signos.[Georges Perec]

junio 09, 2011

el espejo... mi enemigo...



He perdido la noción del tiempo que he pasado en esta cama; enlazada a sondas y conectada a un monitor, el cual pareciera estar dando cuenta de los latidos de mi corazón, mediante su constante bip-bip. Pero a pesar de mis confusiones temporales, siento que ya han trascurrido varios días desde que me dejaron en este cuarto; lo creo así, porque aún con las persianas cerradas, he podido distinguir cómo la luz diurna ha ido dando paso a la oscuridad que acompaña al anochecer. Lo que no sé, es cuándo y cómo llegué aquí; sobre ese hecho en particular, tengo una especie de vacío en mi mente. Me imagino que antes de percatarme dónde me encontraba, estuve sumida en un profundo sueño, pues todavía suelo tener algunos periodos de ausencia, durante los cuales no percibo los cambios de la luz, ni me doy cuenta de las visitas de las enfermeras y médicos, quienes a diario vienen a revisar los registros del monitor y la frecuencia del goteo en las sondas.

No sabría decir con exactitud cuando comencé a sentirme incómoda dentro de mí. Debió ser aquel día, en que mirándome desnuda al espejo, no me reconocí en la imagen que éste me devolvió. Mi cuerpo lucía tan cambiado; ya no quedaba vestigio de mi pecho liso y mi cadera lucía una redondez que me desconcertó. Me perturbó tanto verme así, que me sentí avergonzada y aún en la soledad de mi habitación, de inmediato me cubrí. Busqué la ropa más holgada, una que disimulara mis pechos crecidos y la recién descubierta forma de mi cadera. A partir de ese día, dejé de usar camisetitas ajustadas y en general cualquier vestimenta que permitiera adivinar mis nacientes curvas y adquirí la costumbre de andar siempre vestida con pants y sudaderas holgadas; sólo cuando no me quedaba más remedio, usaba vestidos, también muy holgados y un tanto aniñados. Todo para ocultar las formas de mi cuerpo y ponerme a salvo de las miradas de los demás.

Y al mismo tiempo que ocurría la metamorfosis de mi cuerpo, mi estado de ánimo se alteraba: me volví irritable y sensible al extremo. Hubo días en los  que hubiera preferido no salir de mi cuarto, para que nadie notara lo que me estaba pasando. Y fue también cuando iniciaron las alteraciones en mi apetito: sentía más hambre de la normal y comía para apaciguar esa repentina avidez, pero siempre terminaba sintiéndome mal por haberlo hecho. La comida se volvió un suplicio para mí y muy pronto me di cuenta, de que comer me causaba verdadera angustia. Busqué la manera de reprimir mi necesidad de comida; como al principio me costaba trabajo controlarla, llenaba mi estómago con agua y procuraba mantenerme alejada de la cocina, evitando a toda costa la tentación de la comida. Pero con el paso de los días y un buen esfuerzo de mi parte, conseguí dominar mi hambre de tal forma, que dejé de sentirla y ya ni siquiera requería engañar a mi estómago con litros de agua; en todo el día, únicamente comía algo de verdura y fruta. Me había hecho a la idea de que, reduciendo mi ingesta alimenticia a lo mínimo indispensable, mi pecho podría volver a lucir plano y mi cadera dejaría de verse redondeada.

Pero nada parecía dar resultado. No obstante que apenas comía y me ejercitaba mucho, cuando me miraba al espejo me seguía viendo igual, con esas formas que nada me gustaban; mis pechos continuaban creciendo y mi cadera redondeándose. El espejo y la comida se habían convertido en mis peores enemigos; sólo en el sueño encontraba un escape para evadir mis angustias. Huía de las miradas ajenas, lo mismo en casa que en la escuela o en la calle, para no sentirme presa de su escrutinio. Aunque siempre había sido solitaria, en ese tiempo me aislé aún más; de la escuela regresaba para encerrarme en mi cuarto, hacer mi tarea y dormir. Vivía tan aislada dentro de la casa familiar, que nadie se dio cuenta cuando un día, después de ejercitarme duramente, sufrí un ligero desvanecimiento; yo me asusté un poco, porque me quedó la sensación de un sudor helado recorriéndome todo el cuerpo, pero me tomé un thé bien caliente y me metí a mi cama para calentarme, hasta que esa extraña frialdad se desvaneció. Sin querer, había descubierto que era capaz de controlar no solo mi hambre, sino también cierto tipo de malestares; así lo creí y me sentí bien conmigo, casi feliz. Quizá por ello, es que no consigo entender qué fue lo que ocurrió después; cómo fue que terminé en este hospital.

Y aún sin saber qué fue lo que me sucedió, ahora me siento más tranquila. Acostada en esta cama y bien resguardada bajo la sabana y el cobertor extra, no tengo que preocuparme por las miradas escrutadoras; cuando llega la hora de la comida ya no me angustio y no necesito buscar pretextos para no comer o mentir diciendo que ya lo hice. Nadie puede obligarme a ingerir alimento, pues no estoy en condiciones de hacerlo. Paso dormida la mayor parte del tiempo y a veces hasta tengo gratos sueños, como anoche cuando soñé que estaba sola en una hermosa y tranquila playa.

Pero sin duda lo mejor de estar aquí... es que no hay ningún espejo.

No tengo idea de cuánto tiempo llevo hospitalizada ni de cuándo podré abandonar este sitio. Lo único que sé es que el día que logre salir me gustaría hacer realidad mi sueño e irme a vivir a la orilla del mar: creo que allá podría olvidarme de los espejos y de la angustia que me provocan la comida y las miradas ajenas.

*****

Este relato no es nuevo, lo escribí originalmente para el blog colectivo Escribidores y Literaturos. El personaje es tan ficticio y real como  la vida misma. .


                                              *Publicado en junio de 2009 en el blog Escribidores y literaturos


***

20 comentarios:

LUIS TORRES dijo...

Los espejos siempre son unos traidores, aparentan ser nuestros mejores amigos pero al final siempre nos paran traicionando, yo por eso me afeito me peino y demas cosas muy lejos de un espejo.

Saludos

Jo dijo...

los espejos a veces son quien nos enfrenta a nosotros y a veces no nos atreveremos a romper con lo que devela de nosotros.

si somos consientes

ya decía yo que esto se me hacia conocido
;)

Darío dijo...

Mierda, que crueldad. La verdad es que, son innecesarios los espejos. Aunque en ciertas ocasiones...

MauVenom dijo...

Me acuerdo perfecto, efectivamente el primero que publicaste en el colectivo.

Que fuerte que este tipo de historias en lugar de diluirse con el tiempo se van haciendo robustas debido a una problemática que crece de forma virulenta.

Me hiciste recordar lo que pensé en aquel entonces... lo que hoy pasa por mi mente es diferente debido a casos cercanos coincidentes con tu relato.

Qué tenemos en la cabeza... todos.

Besos

Lily dijo...

Querida Marichuy,

Lo leí entonces...

Pero hoy pasaba por aquí para saber de tí, digamos que con la mente en blanco, y al empezar a leer tu post...¡qué susto!...luego ya reconocí y recordé lo ya leído hace un par de años y agradecí en mi interior que no fueras tú.

Aún así, creo que el problema no es el espejo, aunque confieso que los años hacen que ya no me mire ni tan de frente ni tan a menudo. El problema radica en el mundo artificial y frívolo que hemos creado que "castiga" lo natural tanto en la juventud como en las edades más maduras.

Aunque no recuerdo los detalles, hace tiempo leí que en Hollywood habían tenido verdaderos problemas en el casting de una película, porque necesitaban a una abuela, de las de siempre, con sus arruguitas y su mirada tierna, y no encontraban actrices para ese papel, porque andaban todas siliconadas.

Evidentemente no es fácil irse descubriendo más viejito, pero como no sucede de la noche a la mañana...se va aceptando (como se puede.

Lo grave es la manipulación de las mentes de la gente joven en cuestión de tallas. Eso debería estar penado por la ley.

Un abrazo.

karenina Beltrán dijo...

el espejo como mi otro YO...abrazocálidoglass!

Karol Arcique dijo...

El espejo, nuestra mente, el entorno incluso, ojala fuera una historia no tan real....Un abrazo Mary

virgi dijo...

Lo leía y sentía que recordaba algo...menudo problema salir de algo así.
Besitos, Marichuy.

Arjuna dijo...

Vi en el cuarto y tu tiempo ahí vació un cuadro surrealista.
El cuarto es tu mente , estas dentro de ella ( hablando como si fuese presente) , esos silencios y tiempo vació es lo que se descubre o no.-
No soy mi cuerpo , mi cuerpo es mi transporte en este mundo , transporte que desplaza , no que vive por ti.
Excelente manera de escribir , pude vivirlo.

Luis.-

Anónimo dijo...

Hola Marichuy! la misma sensación de soledad que me dejo aquella primera vez que lo publicaste... es la misma que se me ha quedado ahora...
abrazos y que estes muy bien
=)

Anónimo dijo...

Lo ubico perfectamente este relato y ya no me espante como Lily y como la primera vez, si senti algo como de Deja Vu, lo que si ya no recuerdo es lo que te comente. Y hoy no me siento con ganas de reflexionar, será que ya no me miro en espejos. (jejeje, ya estoy reflexionando). Lo cierto es que esos espejos, pueden ser nuestros demonios internos, nuestros jueces más severos, nuestros enemigos más inclementes, sobrevivir a sus veredictos de todos los dias y a la tiranía de sufrir su diario escrutinio; puede llevarnos a la muerte, a la locura o a la autodestrucción en vida.
Lo bueno es que los espejos (la mayoría de las veces) pierden su fuerza con el tiempo, con la madurez o ya de último con la resignación. (jejeje)

Lei alla lo de las viudas, que te puedo decir que no te halla dicho o que no te hallan dicho ya tus lectores. Pero sin haber leido el comentario de MaunVemon, revivi una percepción similar a la que me deja el leer a la Mastreta, con la gran diferencia de que tu eres más cercana, entonces eso le da un plus a tus letras. Pero en fin por más que te diga, no vas a querer escribir para publicar nunca. Y ahora si que parafraseandote tu parafraseada de tolstoi: Las escritoras felices son todas iguales. Las infelices lo son cada una a su manera, jejeje.

Del enamoramiento del otro post no hablo, por que me enamoro sin motivo y sin razón lógica; una simple mirada, una palabra, un cuento; pueden ser razón suficiente.

Saludos y abrazos

jess dijo...

Yo también lo recuerdo perfectamente.

Yo la verdad es que ahorita.... después de 20 años, por fin comienzo a hacer las paces con el espejo.
Wiiiiiiiiii!!!!

Abrazote linda!!

La abuela frescotona dijo...

COMO SERÁ DE BUENO TU ESCRITO QUE APENAS LO VI, LO RECORDÉ, CREO QUE EN SU MOMENTO DEJÉ EN TU COMENTARIO QUE OJALA LO LEAN MUCHO, ASÍ APRENDEMOS A VIVIR Y DISFRUTAR SIN TORTURARNOS.
TE ABRAZO MARICHUY

Anónimo dijo...

sabes, mas alla de recordar tu relato lo viasualizo constantemente con es situacion que cada vez se vuelve mas comun. La forma que lo escribiste tine un efecto de gran impacto que hace que se convierta en una de esas lecturas que cuando vez la situacion lo tengas en mente.

un beso nena!


**como me gusta respirar el ambiante de tu blog.

La sonrisa de Hiperion dijo...

Siempre estupendas los post que nos dejas. Un palcer volver por tu casa.

Saludos y buen fin de semana.

e. r. dijo...

Hola, Marichuy!!!

http://barcoborracho1871.blogspot.com/2011/06/presentacion-de-osobuco-de-ever-roman-y.html

Lu dijo...

Un post reflexivo y alentador x el final. Aunq no todos los finales sean así lamentablemente.
Viví de cerca esas circunstancias. Dos amigas. Una anoréxica, otra bulímica. Por suerte ambas pudieron salir de eso y continuar sus vidas.
Hay q reflexionar al respecto ya q la vorágine nos consume y los padres de hoy en día prestan poca atención a la educación alimentaria de sus hijos.
Besos querida. Muy buen trabajo el el tuyo como siempre.

Pau Llanes dijo...

Umberto Eco advierte que el hombre que vemos frente a nosotros reflejado en el espejo sobre el lavabo cada mañana no existe, aunque es mi imagen. Como no es verdad que el espejo invierta nuestra imagen. En realidad, ópticamente, los rayos en el espejo no se invierten, al contrario de lo que sucede en nuestra visión. El espejo refleja exactamente la izquierda y la derecha donde son y están. Somos víctimas de una ilusión cuando creemos que alzando la mano derecha se alza la izquierda en el espejo. Lo que está arriba, está arriba; y lo que está abajo, está abajo…

Desde aquel su primer ensayo seminal sobre los espejos Eco establece los puntos centrales de la cuestión sobre la naturaleza del fenómeno de la reflexión especular. En primer lugar acepta las hipótesis de Lacan sobre el llamado “estadio del espejo”, en particular la concepción del espejo como fenómeno singular entre lo imaginario y lo semiótico, considerándolo un momento particular, único e irrepetible, en la ontogénesis del sujeto pero negando su condición de fenómeno semiótico, como signo, en estadios posteriores. También niega que la imagen proyectada en el espejo plano sea una imagen de simetría inversa; tal idea sería fruto de una especie de inmersión subjetiva del sujeto espectador en la figura que le reproduce.

Nos identificamos con la imagen que está frente a nosotros sobre el lavabo cada mañana confiándole nuestros propios códigos de interpretación del espacio, izquierda-derecha, arriba-abajo. El espejo es incapaz de mentir, de traducir, no hace más que reflejar las radiaciones luminosas incidentes. Nos refleja punto por punto y en perfecta simetría nuestra objetividad; lo que es subjetivo y además falso es creer que la imagen está invertida sólo en cuanto a nuestra izquierda y derecha mientras se mantiene la exactitud del arriba y el abajo… “Nos engañamos nosotros, no el espejo”, afirma Eco; “el espejo es una cosa que usamos bien y pensamos mal”…

“Lo que veo en el espejo soy yo en realidad. ¿Pero estoy convencido de ser yo porque sé que aquello es un espejo, del que me fío, o entiendo que es un espejo porque encuentro en su superficie cualquier cosa que sin duda soy yo?”…

Desde las faldas del Xitla te escribo después de tanto tiempo...

Pau

Cuentos Bajo Pedido ¿Y tu nieve de qué la quieres? dijo...

Afortunadamente en mi cuarto hay un espejo en el que siempre me veo bien, incluso cuando me siento fatal. Lo amo. No así con el tonto espejo del deportivo que me devuelve una imagen que me disgusta, por eso lo tengo castigado y lo ignoro sin piedad. Ji Saludos que gusto leerte después de una laaaaaaaaaaaaaarga jornada de trabajo

Lily dijo...

Marichuy, hoy en El País:

http://www.elpais.com/articulo/portada/nos/dice/espejo/elpepusoceps/20110619elpepspor_7/Tes

Besos.