Foto: About silence de Nikolay Sobolev
Eran las 19:30 horas de un jueves santo. La acción se escenificaba al interior de una pequeña iglesia al sur de la ciudad de México. Pese a ser una noche nublada y más bien fresca, el templo hervía de calor. Calor bochornoso producto de la gran cantidad fieles asistentes a la misa, quienes acudían atraídos, sobre todo, por la recreación de la ceremonia del lavado de pies que Jesucristo efectuara la noche de su Última Cena. Al calor de los cuerpos ahí reunidos, se sumaba el que producían los llameantes cirios. Ambos calores acentuados por la escasa ventilación. Privaba un ánimo de duelo. Agobiante duelo. El aroma de los cirios se conjuntaba con el perfume de los nardos, volviendo casi irrespirable el -poco- aire. En una feligresía mayoritariamente adulta, y femenina, sobresalía una niña acompañando a su abuela. Para ella, a quien la misa dominical normal de 45 minutos le parecía larguísima, a estas alturas la celebración del jueves santo ya loe resultaba inaguantable. Naturalmente inquieta, el verse constreñida por el silencio y la inmovilidad la hacía sentirse presa de una mayor inquietud. Y por si ello fuera poco, el calor y el penetrante perfume de los nardos la mareaban tanto, que necesitó abanicarse con la hoja del misal ante el temor de desmayarse. Al verla abanicarse, su abuela la miró desaprobatoriamente pero antes de que pudiera increparla el sacerdote llamó a la comunión, lo cual la distrajo de su ánimo regañón. Mientras la gran mayoría de los asistentes se disponían a comulgar, la abuela decidió ir a la pequeña capilla anexa donde se hallaba una gran imagen de la Dolorosa. Antes de irse advirtió a su nieta: aquí espérame voy a rezarle unas avemarías a la virgen. La niña asintió y durante un ratito permaneció muy quieta, ocupada en no dejarse vencer por el sueño ni el hambre. Pero los minutos pasaban sin que la abuela volviera, tal parecía que rezaría algo más que unas simples avemarías. La niña, a cada minuto más harta y hambrienta, se vio movida por un extraño impulso y antes de darse cuenta se hallaba formada tras los pocos feligreses que aún esperaban comulgar. Muy seria aguardó su turno y cuando finalmente estuvo frente al sacerdote, abrió la boca para recibir el cuerpo de cristo y responder amén como todos los demás. Una vez hecho esto caminó de regreso a su banca masticando los restos de la hostia… hasta que su vista fue a toparse con la mirada de su abuela, quien ya había regresado de rezarle a la Dolorosa y la miraba, ahora sí, con franco enojo. La niña siguió en silencio, dispuesta a sentarse al lado de ella, pero ésta se lo impidió obligándola a hincarse y acto seguido, entre regaño y regaño, la guió en una larga sesión de rezos para pedir perdón a Dios por haber comido del cuerpo de cristo siendo una pecadora... a los ochos años… pues nunca se había confesado.
Finalmente, tras varias oraciones que a la niña le parecieron eternas, la abuela consideró que la niña había cumplido con su castigo por haber comulgado sin estar preparada para ello, que de rezos y admoniciones ya habían tenido suficiente, le indicó que era hora de abandonar la iglesia. Apenas habían franqueado la puerta, la abuela preguntó a su nieta por qué había hecho semejante cosa -comulgar-, a lo que la niña respondió con absoluta naturalidad: es que siempre he tenido ganas de comer hostia. Pero no lo vuelvo a hacer. No me gustó. Y además, si cada que la coma tengo que rezar así, creo que ya no me va a gustar comerla. De veras que lo vuelvo a hacer, Abue. Al escuchar su respuesta, inesperadamente, la abuela estalló en una fuerte carcajada y tomando de la mano a la niña la encomió a apresurar el paso para que llegaran a casa lo más pronto posible a casa y pudieran merendar… pues ella también tenía mucha hambre.
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20 comentarios:
Mi abuela siempre me daba hostias. Ella cuidaba la iglesia, y a mi me conmovía comerme esas cositas blancas.
Después, cuando tomé la comunión, creo que fui 15 días seguidos a misa, para comer hostias.
Si por hostias me dieran el reino de los cielos, seguramente en ese tiempo, ya habría estado salvado.
Pero nada, ahi se termina mi historia de hostias. Después, puros asados y mucha "sangre de Cristo", eso si.
Pero tal como lo contás, enternece. Qué saben los niños de hostias e infiernos?
Un abrazo.
Los adultos echamos a perder tanta inocencia sin darnos cuenta…
Días para la pasión...
Saludos y un abrazo.
Mi hijo mayor tenía verdadero terror de ir a la iglesia,la sirvienta que me ayudaba a cuidarlos, se quejaba de que no quería ir con ella a la misa.
Cuando le pregunté la razón, el me contestó: "Es que Juana me dice que si me porto mal, ese señor que está colgado en una pared de la iglesia y que tiene mucha sangre en la cara, se me va a aprecer por la noche y me va a ahorcar"
Marichuy, soy renecia y te vuelvo a decir que: ME GUSTARÍA QUE PASARAS POR MI CASA, YA QUE TOMÉ PARTE DE TU ESCRITO "ESCRIBO MI RABIA" Y LO COMENTÉ.
Lo malo es que no me acuerdo si te pedí permiso,espero que no te disguste.
Cariños:DK
¡Qué dúo tan tierno!
Las hostias sabían muy bien, se pegaban al paladar y se iban deshaciendo poco a poco. Pero las probé pocas veces, tengo un recuerdo así como muy justito.
Un abrazo, Marichuy, me ha encantado y logro imaginármelas pero que muy bien.
De no ser por el final pude haber odiado a esa abuelita, pero bueno, se salvó. Aún así sigo pensando que algunas cosas puede llegar a cierto fanátismo incontrolable e incluso insoportable para otros.
No obstante el relato es muy bueno.
Saludos!
Nada tan increíblemente largo como las celebraciones de Semana Santa....
No, no, noooooo... a mi edad yo sigo haciendo de tripas corazón cada vez que acudo a dichas ceremonias...
Deus tome en cuenta mi sacrificio a la hora del Juicio Final.
Hace unos años un muy buen amigo me invitaba a pistear en días Santos, yo le respondía que no fuera hereje, que eran días de guardar, y él sonriente me reviraba: "Sí, de guardar... pero alcohol en mi estómago" jajajaja.... esos herejes pueblerinos....
Un abrazote mi estimadísima Marichuy!
a veces me acuerdo tanto de esos días... y de el semblante de mi abuela y las calles con tanta gente atiborrada reviviendo el viacrucis
me entusiasmaba pero me entristecia
y a veces no sabia diferenciar mucho las cosas y a veces me pregunté porque siempre ese martirio... y la abuela me contestaba cosas aun mas incomprensibles...
jeje, que me has echo retrotraer a mi infancia, ya que yo tambien comi hostia, no por hambre si no por curiosidad primero y despues ya entrada la adolecencia simplemente por joder al cura, despues de eso e segido entrando a iglesias, hasta hoy lo sigo haciendo pero no a comer hostias ni mucho menos a escuchar las misas somnolientas, si no que en el centro de Lima las iglesias coloniales son dignas de ver hasta para un agnostico como yo...
Saludos.
y cuál es la penitencia por unas obleas rosas o azules?
abrazo penitente
Qué linda anécdota Marichú.
Los chic@s sí que saben reírse de las solemnidades adultas!
Un abrazo grande desde este otoño que llega...
:)
Recuerdos de tiempos pasados, imposible no verse reflejado en algún parráfo. Me encantó!!
BESOTES MARICHUY Y BUEN FINDE!!!!
Yo crecí con la semana santa en la iglesia, que el único día que me gustó fue la resurreción. Y...
En fin.
Sigo admirando tus relatos.
Abrazos.
Se extrañan y se aprecian mucho este tipo de escritos tuyos; no se si sea vivencial y autobiográfico del basto anecdotario del tiempo que viviste con tu abuelita (todo apunta a que si). Como sea me recordo los domingos en que a las seis de la mañana mi abuelo me llevaba a misa a mi (la misa de los viejitos, así le decían). Extraña la forma de entender la religión por parte de esas generaciones, y el como se resolvían en ellos las posibles contrtadicciones entre su fe y su experiencia de vida.
Recuerdo que el no comulgaba, pero nunca faltaba a misa, el hecho de haber sido cristero le daba una perspectiva y fervor suigeneris.
Y como mi primer comunión la hice con vino de consagrar de por medio, nunca me gusto ya de otra forma (así en seco) porque si se pegan las ostias en el paladar.
Un abrazo marychuy y gracias por encender mis recuerdos.
Se extrañan y se aprecian mucho este tipo de escritos tuyos; no se si sea vivencial y autobiográfico del basto anecdotario del tiempo que viviste con tu abuelita (todo apunta a que si). Como sea me recordo los domingos en que a las seis de la mañana mi abuelo me llevaba a misa a mi (la misa de los viejitos, así le decían). Extraña la forma de entender la religión por parte de esas generaciones, y el como se resolvían en ellos las posibles contrtadicciones entre su fe y su experiencia de vida.
Recuerdo que el no comulgaba, pero nunca faltaba a misa, el hecho de haber sido cristero le daba una perspectiva y fervor suigeneris.
Y como mi primer comunión la hice con vino de consagrar de por medio, nunca me gusto ya de otra forma (así en seco) porque si se pegan las ostias en el paladar.
Un abrazo marychuy y gracias por encender mis recuerdos.
ups, mi artritis y mi TOC, me hiceron darle click doble, antes no fué triple.
sorry
Mademoiselle, cambio de piel de Mi Blogger Pechocho, quien no estaba muerto sino se encontraba de parranda tuitera...
Un saludo
http://blogs.eluniversal.com.mx/eldesfil/
Marichuy...
Perdón por la ausencia tan larga... Primero el trabajo, luego un proyecto para la bienal de Venecia y finalmente un trago amargo reciente me mantenían alejado del ordenador...
No se que hay en el ambiente, pero muchos blogs están mas o menos haciendo una limpieza de primavera, sacando viejos recuerdos, sentimientos olvidados, melancolías pasadas.
Siempre me ha gustado cuando escribes tus nostalgias, creo que es la parte que mas me gusta de tu escritura. Tal vez porque me pasa igual, me gusta la nostalgia!
A mi, mi abuela me levantaba a las seis todos los domingos... y días de guardar!
Un beso, con mucho cariño...
Holla,
Convido você e seus leitores para participar das comemorações do segundo aniversário do blog Jazz + Bossa + Baratos Outros.
O endereço é:
www.ericocordeiro.blogspot.com
Abrazos, diretamente do Brasil.
Un día un hombre le dijo a una bailarina:
-Los niños serían si los dejaran ser-
Y la bailarina respondió:
-Los niños son, porque no piden permiso para serlo-
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