Esa manía, en los 'edificios inteligentes', de poner el clima artificial tan frío mientras afuera el sol arde en todo su esplendor otoñal. Me siento como camarón congelado, en tanto mis pobres neuronas están como enteleridas y mis recuerdos se hacen bolita, tratando inútilmente de conseguir un poco de calor. Y así es como los evoco: mezclados, inconexos, 'hechos bolas'. En estos últimos días he recordado un montón de cosas que guardan poca relación entre sí. [digresión: cuando algo así me pasa me da un poco de miedo, pues temo que eso sea el inicio del camino a la locura]. En fin, decía que he recordado sucesos, momentos, sin relación entre sí. Al menos no aparente. Por ejemplo, el día en que por vez primera (y única hasta hoy) visité un quirófano. Hasta antes de aquella tarde, me parecía increíble cuando en una película o programa de TV veía personajes que tras ser sometidos a una cirugía al volver en sí decían no recordar nada de nada, ni siquiera cómo habían llegado hasta ese lugar. Y yo los veía sin creer… ni en la ficción: cómo va a ser que uno no se acuerde que lo acaban de acuchillar, me decía yo. Me parecía que hasta como efecto melodramático, era algo difícil de creer. Y ahora al mirar atrás, los recuerdos de lo sucedido aquel día vuelven tamizados por las brumas del tiempo, que son las de mi memoria, aunque en algunos segmentos los recuerdos discurren con tal nitidez que casi me parece estarme viendo en una película 3D. Empiezo…
Aquel amanecer, como ocurría a diario, el despertador sonó implacable, cruel, a las 5:00 de la madrugada. Y también como todas las madrugadas, con todo el dolor de mi alma, o para decirlo sin eufemismos, con toda la flojera de mi ser me dispuse a abandonar la calidez del lecho para sumergirme en la frialdad del baño. No sé en sus casas, pero en la casa familiar el cuarto de baño era (sigue siendo) un lugar casi gélido. A tal grado era la diferencia de temperatura entre el baño y el resto de la casa, que cuando la energía eléctrica fallaba, el lavamanos del baño resultaba un buen sucedáneo de refrigerador para conservar, por ejemplo, los productos lácteos tan sensibles a los cambios drásticos de temperatura. En fin, después de unos minutos de inútil resistencia, di inicio, de manera mecánica, al ritual de cada mañana. Una hora más tarde me encontraba bañada, vestida, peinada (es un decir) y lista para tomar un café antes de salir rumbo a la escuela. La clase era a las 7:00, pero la puerta de entrada cerraba quince minutos antes. Lo que siguió, el tiempo transcurrido entre mi primera clase y la última (a la una de la tarde), apenas lo recuerdo. La última imagen que tengo de mí antes de entrar al quirófano, debe ser de las cuatro de la tarde cuando un dolor inaguantable me postró en el asiento trasero del auto de la madre de una compañera. Después, apenas recuerdo haber franqueado las puertas de cristal del hospital de la colonia Roma, mi paso por laboratorios (no haber desayunado ni comido me ayudó y no hubo necesidad de lavarme el estómago, ni de ningún otro tipo de procedimiento previo a la extracción de sangre y la realización de los demás exámenes que me hicieron). Y de pronto me vi en un frío quirófano, no sin antes conocer el implacable diagnóstico: un día de retraso más y de una 'todavía' operable apendicitis habrías pasado a peritonitis de pronóstico reservado. Serían las siete de la noche. Y hasta ahí. Lo que sigue es difuso… hasta las primeras horas del día siguiente.
Era la una de la madrugada con treinta minutos cuando desperté, completamente descontrolada. Conforme abría los ojos, adormecida, aun con los resabios de la anestesia, iba siendo consciente de un punzante dolor en mi vientre. Y cual película de ficción (o serie de horror), de pronto me vi igual que esos personajes: me costó trabajo recordar dónde estaba. Frente a mí, muy cerca de mi rostro, un hombre de pelo castaño y barba cerrada me miraba sonriente al tiempo que exclamaba: vaya, por fin se digna despertar la bella durmiente, tendrías que haberlo hecho hace un par de horas; pero no, has seguido durmiendo muy quitada de la pena, mientras yo sigo aquí preocupado y sin poderme ir a casa. La luz blanca que iluminaba la habitación hería mis ojos y lejos de ayudarme a esclarecer la mente me atarantaba más. El hombre siguió hablando, mencionó que la operación había sido un éxito pero apenas a tiempo, pues yo estaba –repitió, ahora lo sé- a un tris de la peritonitis. Mi reacción debió ser de completo azoro, porque él siguió hablando, dándomesanto y seña de lo sucedido:
"¿no te acuerdas? te hice una apendicetomía; por poco y no llegas a tiempo, pero no te preocupes que todo salió bien y de una vez aproveché que ya te tenía abierta, para deshacernos de algunas molestas e inesperadas burbujitas (quistes) que me encontré por ahí". Como yo seguía muda, él dio por concluido su informe diciéndome: ya te van a subir a tu habitación, balbuceé algo sobre la fuerza que estaba cobrando el dolorcito, a lo que él atajó: ahorita te inyecto un analgésico, luego una jeringa entró en la sonda del suero y yo volví al mundo de los sueños del que salí unas horas más tarde, justo a las cinco de la mañana, y sin necesidad de despertador, espantada porque se me haría tarde para la escuela. No recordaba nada otra vez. Había olvidado que estaba en un hospital, recién operada, lo cual me mantendría alejada de la molesta clase de 7:00 de la mañana durante varios días. Nada, seguía como anestesiada, instalada en una realidad alterna
35 comentarios:
Ajá... mira tu que yo tambien e sido operado del apendice justamente un año atras, me sacaron a la mala y muy al contario de tu despertar el mio fue muy dramatico ( mi operacion fue en un hospital y no una clinica)
Cuando abri los ojos senti que alguien me metia la mano por entre las nalgas, y aun con la anestecia en mi cuerpo pude ver una enfermera gorda y muy fea que me estaba haciendo mi aseo personal.
carajo me estaba limpiando el tracero como a un bebe que le cambian pañales, despues paso a lavarme con paño humedo otras zonas mas intimas y en vez de llevarme a un cuarto a descanzar me llevaron a un pabellon con otros operados de apendice. que envidia la tuya..
Saludos...
Lo estás haciendo adrede!!!??? Te odiooooooooooooo!!!
Me ha recordado como a un david Foster wallace puesto de algo.. Mola.
Dijo "Bella durmiente"...lo cual quiere decir que eres bella, al menos durmiendo.
Por lo demás, supongo que estar anestesiado no viene nada mal. Esos cambios de clima contínuos nos hacen la vida imposible.
Marichuy: gracias por estar, ahí.
Pues ya yo he pasado tres veces por lo mismo, una de ellas de cierta gravedad. Pero soy de las que borran rápido casi todo (el casi, como ves es que hay excepciones), así que ya ni recuerdo bien todas experiencias.
Besitos, linda.
Marichuy
Eso de que las digresiones súbitas sean señal del camino a la locura, espero que no, porque entonces ya llevo harto kilometraje...
Me recordaste un libro de David Lodge, "Terapia", que (a pesar de la dispareja traducción) resulta entretenido para mirar con humor esas lagunas personales que el paso por los laberintos médicos (para la mente y el cuerpo) deja en cada quien, normalmente coo defensa. Ah, eso de despertar a medias bajo las luces del quirófano tiene su gracia, sobre todo porque casi siempre (deseablemente) es a posteriori.
Abrazos lampareados.
Luis
Esa "vergüenza" que comentas no la sufrí: a la mañana siguiente de mi operación, me metieron a la regadera.. sin ninguna consideración :P.
Saludos
Curiyú
El Doctor, amén de ser un buen cirujano y muy atractivo, era (es9 un coqueto.
Gracias a vos.
PS Curiyú
No me odie. Son cosas que pasan en Blogger. :P
Virgi
Siempre, querida Virgi, hay un "casi". La memoria, como hemos repetido con Anaïs Nin, es una gran traidora.
Un beso
Jordim
Gracias. ¿"Molar" es como agradar?
Saludos
Ivanius
No es por preocuparle, mi estimado, pero tal vez si sea el inicio del camino al extrvío. :P
Abrazo
MARICHUY, LAS REALIDADES ALTERNAS, COMO DICES, SE LAS DEBEMOS AL PROGRESO- POR OTRA PARTE, LE CAMBIAN EL ENCANTO A NUESTROS DIAS DE RUTINA, COMO PARTE DE LA VIDA SIEMPRE SUELEN SORPRENDERNOS.
ABRAZO AMIGA MIA
Listo señorita, ya le quité los filtros... basta de silencio.
Regreso por la tarde para leerte, un abrazo!
Qué comoda y que feliz me siento desde aqui... es decir que no me alegra todo ese trance y la anecdota sobre esas cuestiones de bisturi.. je
hay quien tiene en su haber mas circugias que elba esther y n i siquiera han sido por cuestiones de salud sino de vanidad...
.. pero creo que yo no he sufrido ningún percance absoluto vaya, que ni sentada en la silla d eun dentista
a veces no se si eso es fortuna o desfortuna porque cuando uno no se da cuenta pues ahi hay algo y nosotros como si nada...
rayos mi marichuy
a veces esos submundos de quirofanos me dan mucho mas miedo que otros lados.
:(
Oh! yo recuerdo mi apendicectomia de hace unos 11 años atrás. Esta también casi se convierte en una peritonitis porque yo me resistía a dar parte de mi dolor a mi familia, pues al dia siguiente habia un concierto de los Red Hot Chili Peppers, del cuál yo tenía listo mi boleto y, cual tonta adolecente, le di más prioridad que a cualquier "nimiedad" física. La cosa es que mi cuerpo fue más sabio e hizo que me doblara de dolor para que mi madre me llevara casi arrastrando al hospital. Casi inmediatamente me metieron al quirófano, pero yo me encontraba en estado de éxtasis: si no iba a disfrutar del concierto, al menos lo haría de una operación. Me tuvieron que dormir casi a la fuerza porque, a pesar de la anestecia, yo seguía con los ojos más abiertos que un plato y habia adoptado el papel de investigador policiaco: "¿por qué corta eso? ¿qué es eso rojo? ¿puede poner un espejo para que yo vea mejor?". Creo que los desesperé y me hicieron inhalar oxígeno casi a la fuerza. Cuando desperté, sentí que me dolía más que antes de que me metieran al quirófano.
No me pudieron dar mi apéndice porque se les reventó casi luego luego que lo sacaron, y me dijeron que no era sano que alguién como yo lo tuviese de recuerdo. Aún no se a qué se referían a "alguién como yo". Pero me quedé de recuerdo una cicatriz que hasta me parece bonita.
Aaah, y tampoco me gusta que los lugares parezcan neveras... una vez me encerraron en uno de esos congeladores gigantes, pero esa es otra historia.
Saludos!!
Sí, molar es agradar en grado sumo :)
de vuelta... mmm no puedo quitarle los filtros, sin embargo me parece que debo tener tu correo para poderte agregar a mi lista...me lo pasas?
En cuanto a las brumas.... qué te puedo decir... el despertar es intenso y doloroso... pero te das cuenta de qe estás viva, y no en el limbo...
Querida Abuela
Pues sí, para bien y para mal... las realidades alternas se las debemos al "progreso".
Un abrazo
Arian
Pues no pude. Se supone que te envié un mensaje vía FB, peor resulta que hay más de una Ale Ayon.
Jolie
Santo Dior! ¿Cuántas cirugías llevará la Miss Gordillo? Seguro ya ni se acuerda. Y con la fama que tiene, a los cirujanos hasta miedo les dará meterle cuchillo. :P
Cuetzpallin
Wow, veo que tu experiencia hospitalaria fue poco grata. A mí, pese a que mi apéndice estaba a punto de reventar, sí me lo dieron. Dijo el guapo cirujano que nunca había visto un apéndice en ese estado de “gravedad” tuviese un color tan rosadito. (sic).
Saludos
Jordim
Gracias por la aclaración a mi duda.
Arian
Te busqué en FB y te envié un mnesaje desde ahí. El problema es que hay como cinco "ale ayon" y tal vez el mensaje no te llegó a ti.
Yo aparezco como Marichuy Ramírez.
Hola, Marichuy!
Por suerte no viví la experiencia del apéndice, lo que sí ahora, al borde de los 30, el cuerpo se manifiesta imperfecto: dolores de columna, úlceras (exceso de tabaco), estrés, lastimaduras de la adolescencia que vuelven a doler, jaquecas absurdas, tos, mis queridos ojos que no se contentan con ninguna graduación, etc... El cuerpo pasa factura! Es terrible, pero bueno, así nos va.
Lindo relato, pude imaginarte con uniforme de colegio en la mesa del quirófano...
Vos tenés un arte! Transformaste una operación de apendicitis en casi una ópera! Sos increíble!
Muchas gracias por tu afectuoso saludo.
BESOTES GUAPA Y BUENA SEMANA!
PD: A esos cambios bruscos de temperatura que mencionás, les debo mis broncoespasmos!
eso de realidad alterna me ha gustado!!! y es que eso de estar en la plancha y sentir los efectos de la anestesia no son nada agradables, tremendos escalofríos que sentí, aunque eso si los días de reposo son la onda, ji!...abrazotehasta el ombligo de la luna!
Ever
Como dice el refrán: No es lo mismo "los tres Mosqueteros, que Veinte Años Después.
Gracias por tu comentario (a la hora se subirme a la mesa del quirófano ya me habían quitado el uniforme).
Stanley
Querido: lo mío son las tragedias. :)
Un beso y gracias.
PS Odio el clima artificial.
Karenina
Bueno, debo reconocer que al salir del hospital fui muy consentida. Pero a un costo que no me agradó mucho.
Saludos
En algo más que me identifica contigo. A mí me dio peritonitis y me operaron sin saber que tenía. Ya no aparecía nada en las radiografías. Por poco dejo a mi madre huérfana. Dicen aquellas lenguas lejanas, que fui un milagro.
Ahora no lo sé.
Me gusta como narras, como si uno estuviera viviendo tus escenas.
Abrazos.
G
Hey, hey, heeeeey!!!
Así que tú también tienes una muy sexy cof cof cof cicatriz de la apéndice eh??
;)
jejeje... al parecer a todos nos dicen lo mismo "un día más y hubiera sido peritonitis".
Nomás que yo sí recuerdo todo lo que me hicieron!!!
Incluyendo la depresión post-quirúrgica. Jum!
Un abrazote linda!
Clarice
Mira nomas, hasta en eso nos identificamos.
Lo mío no fue milagro, mero mecanismo de defensa del cuerpo, creo. Él me avisó que aquello reventaba.
Un beso y gracias por tu comentario
Jess
Huy: otra tasajeada. :P
Pues qué te cuento: así como me lees (me distraigo estoy escuchando a Benjamin Biolay, quien tiene la capacidad de sacarme de concentración), así como me lees de azotada, no tuve depresión post operatoria: nunca me divertí tanto, me consentían en el hospotal, iban mis amigos, me llevaron libros. Loco, pero la pasé bien.
Un abrazo
Marichuy...
Que divertida me he puesto con esta entrada!
Tu sabes a que punto me gusta "frecuentar" los hospitales...
Un beso
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