"(...) No se es decididamente grande... hasta que la vida no te ha puesto en la prueba de negarte rotundamente y sin apelación algo que deseabas con todas tus ganas..."
Emmanuel Mounier*/)
Las noches en vela se sienten eternas, densas y pesadas. Llevaba horas dando vueltas entre las sábanas sin conseguir dormir, pues por más que lo imploraba, el sueño se negaba con ella. Tal parecía que al sueño nocturno también le afectaba el bochornoso calor veraniego. Cuando se supo lo suficientemente harta, dejó la cama y sin pensarlo más se dirigió a la pequeña habitación cuyo espacio era compartido por los libros, una mesa escritorio y la vieja mecedora heredada de su abuela. Una vez ahí, decidió que si Morfeo se le resistía, ocuparía ese tiempo en leer acunada en la mecedora, dejando que su suave vaivén acompasara su lectura y quizá, con un poco de suerte, hasta podría quedarse dormida. Y así lo hizo, pero justo cuando se acomodaba, al levantar la vista, sus ojos tropezaron con la caja metálica que guardaba en uno de los entrepaños del librero. Verla apenas una fracción de minuto, fue suficiente para que sus planes de lectura desvelada se vinieran abajo. Para cualquiera que no fuera ella, sonaría ridículo, pero no por ello era menos cierto: en esa caja, que hacía las veces de caja fuerte (sin llave ni nada), había depositado una parte de sus bienes más preciados: los recuerdos… las cartas en las que se entretejía, pedacito a pedacito, buena parte de su vida. Infinidad de veces había pensado en destruir esos vestigios del pasado, pero siempre, en el último momento, había desistido de tal cosa.
Nunca entendería de quién había heredado esa manía de coleccionar recuerdos escritos: lo mismo la servilleta en la que algún novio le había escrito algo parecido a un poema, que las tarjetas de los ramos de flores recibidos o las copias de los boletos de avión de los viajes realizados en compañía de algún amor. De todo guardaba en esa cajita, pero más que ninguna otra cosa cartas. Docenas de cartas, algunas escritas por ella y que nunca se animó a enviar y otras, las más, enviadas por seres que pertenecían a su pasado. Dejó el libro a un lado, bajó de la mecedora y sentada en el piso, con dedos nerviosos empezó a hurgar, a escoger de entre el hato de cartas, aquellas que él había enviado. Mientas lo hacía, sonrío para sí misma con un dejo de ironía… Cuántas veces se había prometido, casi puesto un ultimátum para dejar de pensar en él, nunca más volver a las viejas cartas que le había escrito y que ella tercamente conservaba como las únicas sobrevivientes de lo que alguna vez vivieron. Muchas veces, sobre todo cuando el dolor dio paso a la rabia -señal de que ya iba dejando atrás su duelo post rompimiento, según dictaminó su amiga Maruca, experta en descalabros amorosos y sobreviviente a tantos-, deseó armarse de valor para destruirlas todas y así terminar de una vez con ese rito casi mortuorio, definitivamente masoquista. Pero no lo conseguía y al final, cuando estaba a punto romperlas en pequeños pedacitos –así lo había imaginado- se arrepentía. Para justificar su cobardía o necedad, o ambas, se decía que de hacerlo, quizá más tarde, cuando ya no hubiera remedio, se arrepentiría por haber destruido el último girón de su deshilachado amor.
Pero esa noche, por primera vez, al leer -releer lo que casi sabía de memoria- esas líneas escritas al tenor de una pasión de la que ya sólo quedaba el recuerdo, no sintió tristeza, ni tampoco las picazones de dolor, acallado pero constante, que siempre le acometía tras su lectura. Y también, por vez primera desde su ruptura, dejó de reprocharse por no haber conseguido olvidarlo, por penar su recuerdo y por llorar –eso sí, a escondidas- su partida, por lamentar esa ausencia que a veces era insoportable. La sensación de esta madrugada era muy distinta a la vivida en tantas otras, cuando la relectura de sus cartas la hacía en medio de lágrimas y maldiciones. Esa noche, por fin, se supo lista para romper, si no el pasado, sí con los vestigios epistolares de un amor roto y que ella se había empeñado en atesorar, como si con ello pudiera rescatar, de entre las cenizas, una parte de su amor y un pedazo de él…
imagen: fotograma del film Nikita (Luc Besson, 1990)
*Emmanuel Mounier, Cartas desde el dolor, trad. Antonio Ruiz.
México, Editorial Jus, 2005, 133 pp.
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55 comentarios:
Recuerdos guardados así nunca se olvidarán, siempre se les puede dar un repasito... jajajaj.
Duerme tranquila, que allí seguirán entre tus libros.
Un abrazo.
Amiga tan querida,
Los recuerdos de un gran amor bien encausados son, en realidad, un aliciente... un suspiro.
Corro a Escribidores y Literaturos.
Pd1.Sale una Tessitore-Capri para la mesa 1.
Pd2.Te dejo unas líneas que encontré de este poeta mexicano que últimamente anda tan laureado (y a quien admiro profundamente).
"Lo que dice la arena al mar es acaso:
-No te serenes nunca. Tu belleza
es tu absoluto desconsuelo.
Si alguna vez
encontraras sosiego perderías
tu condición de mar.
Si te calmas
dejará de fluir el tiempo."
J.E.Pacheco
Besos con estratagema, como los de Amélie.
Se me olvidaba, querida; si puedes escucha esta pieza que interpreta mi pareja (el de la voz de intro soy yo para el blog de Ángeles Mastretta).
http://www.floreriapolanco.com/audio/KV332.mp3
BACI
El material puede convertirse en cenizas, pero los recuerdos allí plasmados son como el ave fénix, que resurge de la incineración cada vez más bella y legendaria. Así son los trucos de la distancia o la memoria.
Abrazos carbonizados.
y la memoria traiciona y a veces vengativa
y a veces desprovista de frascos de amnesia uno se queda fulminado bajo esa ráfaga de recuerdos tirados a quema ropa sin piedad.
un dia de estos me gustaria dejar de ser masoquista o bien fetichista (apuntalándolos o insertándolos en un alfiler sobre mi pared personal)
Marichuy,
me encuentro, después de varios meses de ausencia que tienes un blog lindísimo de moderno... no sabía cómo dejar el comentario (me he de poner al tanto).
Y me agradan estas historias de recuerdos, cartas, listones, poemas...
Un abrazo
Emilio
Si, verdad? Por más que les huya uno, al final siempre vuelven,
Un abrazo
Querido Tessitore
Lo dejaremos en más que un hondo suspiro.
Gracias por las líneas de JEP
Y más gracias por la delciosa Tessitore-Capri (y aún más deliciosa sería –de ser posible-, de comerla mirando ESE mar)
En la noche, desde casa, voy a escucharte… a escucharlos.
Besitos
Ivanius
Para bien y para mal (por aquello de los dolores) me gusta la idea de que los recuerdos son como el Ave Fénix, a cada nueva carbonizada resurgiendo con más fuerza.
Abrazos ídem
Jolie
Bien lo dijo la extraordinaria mujer llamada Anaïs Nin: “la memoria, esa gran traidora”
Qué más? Sólo queda convivir con ella y sus cosntantes vaivenes
Coro
Te decía anoche que me daba gusto tu regreso a la blogósfera; lo repito.
¿Tan complicada está la comentada? Huy, qué pena, no lo hubiera creído.
Gracias por tu visita.
Un beso.
Mi memoria sigue muy eficiente pese a los desvelos y ala carga excesiva de inútil que a veces me parece llevar. No me pesa, y aprendí con esa memeoria a no seleccionar ni para "archivo muerto", sino para aprender y regodearme, para tener más referentes en la construcción de la felcidad.
En cuanto a las cartas... Tengo por ahí como tesoro culposo, un año de epístolas a un amor que no prosperó y a veces lo leo para recordar cuán puchungo y sacarinoso puede ser uno y cómo el amor y el romanticismo se me depuraron con el tiempo (y esa ruptura) hacia otras maneras d emanifestarme.
Perdí mis fotos "históricas" precisamente con esa relación, así que ahora fomento la memoria de cada instante y cuando no quiero que se me borren ciertos momentos o quiero verlos desde otros ángulos, pido prestada la cámara :D
Un abraxo adorada y admirada Marichuy! Voy para los otros blogs a seguirte leyendo (que buena falta me hace! ;) )
Por qué será que uno se agarra con las cartas y no se pone a romper las imágenes que perduran en la cabeza? Le cuento, ya empecé a leer Dublinescas. Le sigo el paso. Un beso.
Yo también guardo detalles pero no lo hago en una cajita... los voy pegando en una especie de álbum de fotos.
Siempre es bonito recordar sentimientos de épocas pasadas.
Doctor
Bien por vos. Pero sucede que, a veces, de tan eficiente, la memoria se vuelve un problema.
¿Por qué lo llamas "tesoro culposo"?
Sipi, aún contra su voluntad, uno puede volverse harto melcochoso. En días pasado, le comentaba a una chica chilena que, al parecer, el enamoramiento nos vuelve cursis... sin remedio y a veces… sin medida.
Un abrazo
Pulgarcito
Quizá porque, ilusamente, pensamos que rompiendo las cartas nos liberaremos, así sea un poco, del recuerdo que nos quema. No obstante, esas imágenes que se quedan almacenadas en nuestro "disco duro", como le llama un amigo, son tan difíciles de borrar. Aunque hay quienes, como Charlie Kaufman y Michel Gondry, votan por el reformateo completo de tan complejo artilugio (en el film “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos”, jeje).
Ya me dirás qué te va pareciendo la Dublinesa historia de Vila- Matas.
Un beso
Koveri
Claro y más, cuando esos sentimientos han sido remarcables, lo cual no quita que también resulten dolorosos.
Saludos
INSISTO
EL AMOR ES UNA OBRA DE TEATRO.
Marichuy,
¡Has escrito algo terrible! Lo he sentido en la panza.
El amor no debería estar encapsulado jamás, ni en cartas, ni en cartas dentro cajas que solo guardan cosas que ya no son.
Lo bueno es que al final se libera... Y, según yo, eso es lo que se debe hacer cada vez que se escribe: presentar una liberación.
¡Un grandísimo abrazo!
Soy también un fetichita anímico, pero las callosidades y cicatrices de la materia gris y del músculo rojo no dejan traspasar el dolor; soy como un entomólogo de recuerdos dolorosos y un prestigiditador de evocaciones placenteras. Un préstamo que concedemos los supervivientes (financieros de la vida, burgueses de la ternura) nos suele ser devuelto con intereses.
Un abrazo abierto, sin franqueo, Marichuy.
Reminiscencias, fragmentos... recuerdos
O sea, como Shakespeare dijo:
"La vida -incluido el amor- es una gran obra de teatro donde los humanos sólo somos comediantes"
Daniela
Ups, de plano tan terrible? Y sin embargo, esa fetichista costumbre de guardar recuerdos escritos (y chácharas de todo tipo) es muy común y no sólo entre las mujeres. Cuando te leí eso de "encapsular" el amor sentí algo extraño, será que yo lo veo desde el lado de la desesperación: quien metafóricamente encapsula el amor, el deseo, lo que en el fondo está haciendo es guardar un poquito de dicha (o como quieras llamarla) para servirse de ella, del recuerdo grato y ardiente, cuando la vida sea árida y gros. Terrible, ciertamente, vivir en el pasado, pero a veces y por absurdo que suene, para algunos esto funciona como una especie de endeble asidero.
Un abrazo
Querido Fernando
Necesito más callosidades en la materia gris (bueno y más materia gris) y otras cuantas en el músculo rojo
Yo me considero una superviviente y como vos, más de una vez he hecho préstamos; sin embargo,todavía nadie me los devuelve con intereses.
Un abrazo
De los robos... perdón... de los hallazgos que una hace en la red (en este caso, en el blog de Enrique):
“Quizás me reconoces
como una hora antigua
cuando a solas preguntas, te interrogas
con el cuerpo cerrado y sin respuesta.
Soy una cicatriz que ya no existe,
un beso ya lavado por el tiempo,
un amor y otro amor que ya enterraste”
Jaime Sabines
Hola Marichuy: evito los recuerdos, soy un colgado de ellos, inevitablemente ciertos aromas y perfumes me transportan al recuerdo con una máquina del tiempo, o la música. Cuando entro en el recuerdo me es difícil salir, ahh melancolía dice el gran Silvio. R.
saludos
Mario
Acá en México, en lugar de decir "soy un colgado" -de los recuerdos-, diríamos "soy un clavado"
Cuando alguien se obsesiona con algo o alguien, decimos "pero qué clavado eres".
Y no, fíjate que no te habría imaginado así de "colgado". Una novedad para mí.
Saludos
Todo maravilloso, hasta el insomnio se me estaba antojando, la mecedora histórica, seguro que era Rojo y Negro, no recuerdo haberlo leído, pero tambien se preparó un delicioso y aromáticvo café, por que no es cierto, no hacía calor, por la ventana entraba una brisa tan frssca y rica, que hasta daban ganas de cubrirse con una manta..pero no....
Tenía que atavesarse el pasado????
Como daña ese desgraciado, tan facil que es pártirle su madre, a mi la Mafis me enseñó como....fijate COMADRE, lo que son las cosas, desde que aquella me empezó a perrapiar ya casi no veo mi pelicula de chinitos atormentados favorita.... tendrá tambien el chino orate la culpa??? ay no se pero me describe a la perfección. Romper con el pasado seguro te trae una de dos, despersonalización o evasión, y yo, ni a mentadas ni la una ni la otra. Soy feliz volando. No me queda de otra.
2046
Champy
Las mecedoras siempre parecen históricas.
Me hiciste recordad a Julien Sorel y no se vale; no a estas horas que ya se me hizo tarde.
Y sí, el pasado es, como diría Anaïs Nin sobre la memoria, un gran traidor. Por eso me traje a mi partner Nikita, para que sin ningún miramiento... le de Kaput¡
Y sin embargo... ya ves lo que dice la gran Liliana Felipe:
"Para ver mis ojos lamiendo
tus ojos para ver tu ombligo
que será será será el testigo
de que el pasado nos vuelve a pasar
siempre el pasado nos vuelve a pasar
.
Habrá que traducirlos como a los silencios
habra que masajearlos como a las orejas
habrá que silenciarlo como a los abismos
habrá que respetarlos como a las ballenas
Habrá que recordarlo cuando se nos olvide
habrá que contemplarlo como al infinito..."
Besitos
Mi querida Marichuy... hoy escribes sobre recuerdos y yo quisiera olvidar... He rebuscado entre mis citas memorables y encuentro una sobre el olvido que quisiera compartir contigo:
En “El Péndulo de Foucault”, Umberto Eco pone en boca de Belbo esta reflexión: “cuando Diotallevi y yo pensamos en construir un ars oblivionalis (arte del olvido) no pudimos descubrir las reglas del olvido. Es inútil: podemos ir en búsqueda del tiempo siguiendo exiguas huellas en el bosque, como Pulgarcito, pero somos incapaces de extraviar deliberadamente el tiempo reencontrado. Pulgarcito siempre regresa como una idea fija. No hay una técnica del olvido” (...) “la memoria verdadera... tras arduo ejercicio, aprende a recordar, pero no a olvidar.”
Precioso día...
Por cierto, ayer tarde estuve en la inauguración de una buenísima exposición de cuatro fotógrafos mexicanos en el Centro de la Imagen, en la Ciudadela... Estoy seguro que te gustará conociendo tus tropismos fotográficos... Anda, ve cuando puedas... Busca el retrato de María Cartones de Antonio Turok... A ver qué piensas sobre él. Me gusta que me leas... tanto como me gusta leerte a ti...
ciao, cara...
Pau
Yo he dejado de luchar contra la nostalgia y por el contrario he hecho con ella un nuevo contrato
podemos vivir juntos y sonreír siempre y cuando el uno no le impida al otro estar ahí
y continuar... la nostalgia tiene también futuro.
Me dejó impresionado la cita de Emmanuel Mounier
Bacio
Querido Pau
Fíjate que no te imaginaría así; es más casi pensaba que eras amante, casi un coleccionista, de los recuerdos. Mira qué equivocada estaba.
Buena esa cita de “El Péndulo de Foucault”
Sobre Antonio Turok, aunque esta muestra no la he visto; conozco un poquito de su trabajo; un fotógrafo sumamente interesante. Ojalá tenga chance de verla.
Un beso y gracias por tu visita
ay marichuy! por eso me gusta tus divagaciones siempre dices algo con lo que uno se identifica...tremenda manía la de guardar cosas, me cuesta desprenderme de las cosas hasta de mis libretas de universidad, crees?...ah! pero un buen día zas! le cayo llego su hora y directito al fuego...abrazoderecuerdo!
Las mecedoras las relacionamos con las abuelitas, las abuelitas son parte de un pasado positivo, ellas suelen ser o en ellas solemos tener todo lo que no tenemos con los padres.... de ahí esa atmósfera de paz nos resulta nostálgica, y recuerda la teoría de Caye.... la nostalgía en si no es mala, malo es cuando no hay....eso quiere decir que no te ha pasado nada..y eso si es una verdadera putada......
Lo cabrón de la postura de la Lily es que su visión más fatalista no deja esperanza alguna, de por si está uno Orate y con esos ánimos!!! Claro que si me asegurara que esos momentos irrepetibles se repetiran.... bien me shuto a las ballenas y a las cajeras y a las tortillas....
Aaaaay mi nalgoncito...
2046
Karenina
Jajá y es una manía, creo, más femenina que masculina… los hombres suelen ir por la vida ligeros de bagajes.
Un abrazo
Mau
Aquí el “pleito”, no es con la nostalgia (yo, sin necesidad de contrato, sostengo una gran convivencia con ella y con su prima hermana la melancolía). El asunto es con los recuerdos, con ese pasado con el que no acabas de romper; al que hoy desearías mantener y al día siguiente, harías lo que fuera con tal borrarlo de la faz de la tierra y, sobre todo, de tu vida. Puras contradicciones. Qué le vamos a hacer.
Sobre la cita de Emmanuel Mounier, creo que todo el libro es interesante (y está editado en México, por cierto)
Beso
PS Emmanuel Mounier, Cartas desde el dolor, trad. Antonio Ruiz, México, Editorial Jus, 2005, 133 pp.
Champy
Sípi, por eso digo que son como de Antique: suenan y saben a abuelitas, a tiempos lejanos (aún si las construyeron ayer). No conozco la teoría de tu Caye (sigo sin ver ese film), pero eso mismo ya lo dijo hace años uno al que ya no quieres, Joaquín Sabina: "No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió".
Pues a mí si me gusta lo que dice la gran Liliana y más, en la voz de la Zabaleta (no es de mi adoración, pero como cantante es muy buena).
Besitos
Lo que me resulta curioso, es como guardamos determinadas cosas, cartas, dedicatorias, regalitos...en cajas que nunca abrimos. Es como tener en algún lado algo que explica nuestra vida, pero que sin embargo ni lo usamos ni nos despojamos de ellas. Un sustrato que sabemos "está", aunque ya no "sea".
Me identifico contigo, querida Marichuy, además de lo bien (como es usual) que lo explicas.
Un abrazo, tesoro
Los recuerdos no se dejan ir, así tan fácilmente... Olvidar cuesta trabajo.
Saludos y un abrazo.
Virgi
Y a veces, no sé si te pasa, preferimos no abrir los citados contenedores por miedo a que al reencontrarnos con nuestros fetiches… lo sentido ya no sea igual (actuar así, debe ser una forma de neurosis, jeje).
Gracias por la identificación, querida Virgi
Un beso
La sonrisa de Hiperión
Certísimo... nada fácil (pero uno es terco...).
Un abrazo
El Tiempo...
Un regocijo volver a leerte -estoy muy poco bloguero, ahora, ya volveré, porque son ciclos-. Y la cita de entrada, me pareció exquisita.
Un abrazo grande
Justo
Qué gusto tenerte aquí. Eso he notado, que has andado un poco ausente de la blogósfera.
La de Emmanuel Mounier, una cita para pensar y repensarse, me parece.
Un abrazo
me gusta escribir cartas y por lo mismo he recibido muchas de todo tipo.. las de amor, de ellas me deshice una tarde en un parque del sur de la ciudad de mexico antes de venirme a radicar a este pais... recuerdos que se supone quedarian atras. como sea.. las cartas que no se dan.. esas que por algun motivo nunca entregaste definitivamente son las que mas dolieron.
besotes nena!
Sabes, creo que generalmente sucede que cuando uno llega a ese punto, es cuando decides mejor no romper nada, porque te das cuenta que representan lo vivido y aprendido, lo pasado y superado, y lo que queda son sólo recuerdos de ello. Y aunque hayan vestigios de malos momentos, al final -y con la esperanza de que al menos asi sea- perduran los buenos ratos, lo que valió la pena...y es allí donde las cartas, antes llenas de dolor, se vuelven el recuerdo de no volver a vivir el mismo error.
Allí se convierten de recuerdos a recordatorios.
Me gusta cómo usas tus incisos. :)
Un besazo.
Sonis
Y la pregunta sería: ¿al romperlas, los recuerdos encerrados en esas cartas, de verdad quedaron para siempre en el pasado?
Un beso
Berna
Ojalá fuera siempre así, verdad? Que esos escritos, sirvieran no sólo para constatar lo que hemos vivido (bueno y malo); sino también, para recordarnos aquello por lo que NO debemos volver a pasar... ojalá.
Un besote y gracias
Hola marichuy!
soy adicta a guardar todo lo que me recuerde un momento agradable, una amistad o un amor
es dificil deshacerse de tantos años de vida...
lo que si se, es que no los veo tan seguido...
siiento que van perdiendo prioridad ya sea ante el presente o ante nostalgias mas arraigadas
abrazos y buen inico de semana
=)
Ana
Cierto, son un pedazo de nuestra vida. A veces gozoso, a veces un poco triste.
Abrazos
Ya con lo complicado que es terminar una relación, acostumbrarse a estar solo nuevamente, y empezar a olvidar, voy a guardar las cartas, es como guardar cianuro!
El relato es perfecto,pero te aseguro que a mí no me pasa, jajaja!
BESOTES QUERIDA MARICHUY Y BUEN LUNES!
1,2,3 megabytes de nuestros recuerdos. Algunso que merecen ser borrados, para no causar dolor. Otros por el simple hecho, de que no existan.
Debería haber un antídoto, contra ellos. A cada cierto tiempo, te permita recuperar ese tipo - espacio.
abrazos melancolicos!
Quise decir algunos, tiempo
Stanley
¿Cianuro? Querido, tú si que me los quieres matar -a los recuerdos-, al menos su aura "romántica".
Besotes
Querida Saqysay
O sea: que cuando se nos llene el disco duro de los recuerdos, podamos reformatearlo? Jeje. No creas, para nada es mala idea y júralo que ya habrá más de un científico estudiando la manera de lograrlo, sin necesidad de llegar a la famosa "trepanación cerebral"
Abrazos ídem
Caja, cajita, cajón.
Quien más, quien menos, me atrevo a decir q casi todos tenemos o hemos tenido en algún momento estas especies de caja fuerte de los recuerdos sin llave (como vos decís). Y casi segura q hasta los más reticentes han tenido algún día alguna super diminuta como la Mamushka más pequeña q hayan visto, aunque más no sea para guardar un boleto de tren o colectivo.
Cuántos recuerdos Marichuy.
Yo tuve varias.
Besos.
Lu
Si, verdad? Si no todos, una inmensa mayoría. Aunque sé de muchos que, o lo niegan (el guardarlos), o bien se niegan a hacerlo con tal de evitar dolores posteriores.
Un beso
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