Sueños sepultados, batallas imposibles

"Evidentemente cada generación se cree dedicada a rehacer el mundo. Sin embargo, la mía sabe que no lo rehará. Pero acaso su misión sea más grande. Consiste en impedir que el mundo se deshaga" [Albert Camus, discurso de recepción del Premio Nobel de Literatura 1957]

Sigo de licencia -mientras todos andan de vacaciones yo me doy chance dejándome llevar por mis divagaciones y preguntas sinsentido. Alguna vez en este blog me preguntaba el por qué del escribir -buuueno, dejémoslo en intentarlo- y entre las muchas ideas compartidas por los visitantes, hubo alguien que expresó que la razón era "el querer cambiar el mundo". Necedad, quimera o imposibilidad? Será que soy pesimista y hoy más escéptica que nunca, yo me inclino por la imposibilidad, pues en lo que a mi concierne ese sueño adolescente ha quedado bien sepultado y desafortunadamente, cada día me convenzo más de ello. Por más que lo intento imaginar, no veo por donde.

Obviamente mis circunstancias difieren de las de Albert Camus [nacido en Argelia, vivió una infancia de pobreza -como jugador de futbol en su adolescencia, eligió ser portero porque esa posición era en la que menos se desgataban sus zapatos-; padeció la segunda guerra mundial, la invasión y ocupación nazi; la depresión de la posguerra; sufrió con la invasión francesa a Argelia y la posterior guerra de independencia de esa nación; etc] y a priori, yo no tengo razones atendibles para el desencanto o el escepticismo. Es cierto y no. Por alguna razón siempre me he sentido parte de una generación del desencanto, aquellos que nacimos cuando ya todas las grandes batallas se habían librado, los grandes ideales eran cosa del pasado y vistos casi como algo naif, o peor aún, retóricas baratas [me habría gustado vivir el mayo y el octubre de 1968]. Ya no hay gurus, idealistas o valores supremos que seguir, en quienes inspirarse. Parecería que ya no hay batallas que librar y cómo carajos se puede cambiar el mundo, sin luchar por ello; cómo luchar por algo cuando de antemano te cuestionas si valdrá la pena hacerlo.

Le he dado tantas vueltas en mi mente; me he recriminado, temiendo, incluso, haber degenerado en una reaccionaria, un traidora de mis propios sueños adolescentes. Y luego, vana ilusión, me he consolado diciéndome que ese sueño adolescente era demasiado pretencioso, pues como dice un proverbio chino "antes de querer cambiar al mundo, primero dale tres vueltas a tu casa". Vaya, al menos por vueltas ... en mi cabeza... no he parado. Pero y luego que sigue?

Resignación, consuelo? Quizá. O a lo mejor solo quede, nos quede... me quede dejar de azotarme y recriminarme por algo que no tiene vuelta; ya no deba sentirme culpable por haber perdido aquellos sueños demasiado idealistas e ingenuos. Porque es posible que 51 años después, siga siendo válido lo expresado por el escritor francés: no podemos rehacer ni cambiar el mundo, pero al menos debemos intentar hacer algo para impedir que el mundo se deshaga.

¿azotada, cursi y kitsch o solo romántica démodé? quizá todo un poco, pero esta canción me gusta... me gusta.. a veces...
[buena semana para los que pasen por aquí... y para los que no... también]

Robbie Williams - Feel live