Se va, se va, se va...

Partir c’est mourir un peu. Mourir c’est partir un peu trop
(Refrán francés)

Si hiciera un recuento de los años y daños que vivimos bajo el gobierno de Vicente Fox, acabaría repitiendo y suscribiendo el 99 por ciento de las críticas publicadas un día si y otro también en los distintos medios de prensa. Respecto de éste aluvión de críticas negativas hacia Fox vale recalcar lo siguiente. La “opinocracia mexicana”, en especial la TV y Radio, se caracteriza por su falta de congruencia respecto de su visión hacia el tlatoani Fox, cuando estaba en la cima del poder se dedicaron a alabarlo sin el menor pudor y a enaltecerle talentos inexistentes. Ya en las últimas horas de su mandato esos líderes de opinión se han percatan de lo que todos los demás siempre supimos: el Presidente Vicente Fox era un completo inepto, ignorante, frívolo, etc. C’est la vie, "Muerto el Rey Viva el Rey" y ahora… pues a enaltecer hasta la nausea al mediocre de Felipe Calderón. Bueno, debo reconocer que en algo si fue congruente la opinocracia, mientras a Fox lo retrataban como una mezcla de Charles De Gaulle y Ghandi, a Andrés Manuel López Obrador lo lincharon mediáticamente desde el día que asumió la el Gobierno del D.F. y hasta ahora no han dejado de hacerlo; hubo quienes lo hacían ver peor que Stalin y Perón juntos. Pero volvamos al adiós de Vicente Fox, yo solo puedo decir que Vicente Fox rompió todas las formas republicanas que le fue posible, pisoteó la institución presidencial y humilló a México en forma alarmante. Desde el aquel esperanzador 1° de diciembre de 2000 hasta sus últimos días en los Pinos, Fox dejó claro que no entendía, ni le interesaba hacerlo, lo que es comportarse como un Jefe de Estado Republicano.




De los pocos medios que nunca se dedicaron a besarle los pies a Fox están el semanario Proceso del cual reproduzco este pequeño párrafo que resume los 6 años de Foxilandia

“Todo llega a su fin. Hasta el sexenio de Vicente Fox, por más largo e insoportable que haya parecido. En la portada de su edición 1235, del 4 de julio de 2000, después de que el político guanajuatense ganó las elecciones presidenciales y arrojó al PRI de Los Pinos, Proceso planteó escuetamente: “Y ahora qué”. Ya hay respuestas para ese cuestionamiento: Las han dado el propio Fox, su equipo de gobierno, su esposa y sus acciones durante seis años: tras la caída del PRI en México nada ocurrió digno de ser recordado, nada que no sean las torpezas, la desmemoria, las tropelías, los excesos, las vanidades, las corruptelas del grupo de panistas que se esforzó por alcanzar el poder para sustituir a los priistas en el disfrute de sus canonjías; el grupo que, como solían hacer sus antecesores, hizo lo necesario para asegurarse la protección de la continuidad ideológica y partidaria"
Así pues, adiós, adiós, adiós Vicente.