







"El legado de Doisneau son unos cuantos minutos de eternidad congelados en papel fotográfico: unos cuantos minutos de maravillas y emociones a través de los cuales narra, imagen a imagen, historias llenas de poesía y humor."Su historia inició en 1931 cuando a los 18 años comienza a trabajar como ayudante en el estudio de André Vigneau, artista surrealista y uno de los exponentes de la vanguardia; trabajo le resulta fascinante a Doisneau pues Vigneau trae al joven un cúmulo de historias asombrosas, le habla de Bauhaus, del surrealismo, de las máquinas de habitar de Le Corbusier, del cine soviético; desafortunadamente su trabajo se ve interrumpido por su obligada asistencia al servicio militar en 1932. En el año 1934 (a su regreso del servicio militar y en plena crisis de la industria gráfica) se vio precisado a trabajar en la empresa Renault donde colaboró hasta 1939 como fotógrafo publicitario, es también en esa empresa donde comenzó su obra personal fotografiando a la industria y a los obreros. En la segunda guerra mundial, durante la invasión nazi, Doisneau colaboró con la Resistencia Francesa falsificando pasaportes, permisos de trabajo, documentos para judíos, además de registrar con su cámara la ocupación alemana; finalmente, en agosto de 1944, documentó la liberación de París y sus fotos alusivas dieron la vuelta la mundo. El período 1945-1960 es el de mayor producción fotográfica de Doisneau dentro el campo del reportaje humanista y, junto con sus homólogos Kertész, Cartier Bresson, Brassaï, Ronis, Boubat, se identificó con los trabajadores, asumiendo un compromiso con la izquierda pero distanciado del pensamiento estalinista. De hecho se afilió a la Conféderation Général du Travail (CGT) y se relacionó con el Parti Comuniste Français, publicando fotorreportajes en el Diario L’Humanité. Durante los 60´s, en tanto que ocurría otra grave crisis en la industria gráfica, realizó fotografía comercial colaborando como editor fotográfico del emblemático Magazine Vogue y también con la revista gringa Life, en cuya portada se publicó una espléndida foto de Picasso tomada por Doisneau, titulada “Los panes de Picasso”.

Su imagen más célebre "Le baiser de l’Hôtel de Ville (París, 1950), ha sido objeto de innumerables afiches; sin embargo su obra es muy basta y guarda numerosas fotos hermosas y significativas. Aquí solo una pequeña muestra.

4 comentarios:
Hola marichuy!
Ya de regreso de vacaciones y de vuelta al absurdo trajin de la vida diaria.
Que bueno encontrar este post, que le quita lo agitado a lo cotidiano de la vida y nos detiene un instante en el tiempo ajenos al movimiento sin sentido y exentos de color.
Sin color y sin movimiento podemos apreciar lo bello que es la vida misma.
El blanco y negro en un mundo que utiliza excesivamente el color, es un oasis para la vista y la mente.
No hay nada que me fastidie mas que el constante movimiento de formas y colores de un video sicodelico de esos de trance acual simplemente me marea.
Quiza soy un anticuado pero el blanco y negro o la escala de grises o el monocromatico en mil tonos es lo que mas me va.
Bien por tu post y tu selecion.
Edson.
Hola Edson
¿Qué tal las vacaciones? ¿Descansaste o te reventaste con singular alegría?
Si, yo me asumo "très antichute", me gusta más la foto en banco y negro, con un poco de aire atemporal, nostálgico y melancólico.
Gracias por la visita
ahhh que bonitas fotos marichuy... vaya, yo tampoco no sé de expertos en esta área, pero este fotógrafo que nos presentas me parece muy bueno, y ciertamente famoso por la foto del beso y aquella otra que me encanta, la del musico cubriendo con el paraguas el chelo.. que bonitas!, como bien dices, minutos de eternidad congelados... me encanta ver fotos, y estas son excelentes!, gracias :-)
saludos!
Lore
Pues si la fotografía es fasciante, mas allá de técnicas.
A mi me gustan todas, tiene una del poeta Jacques V. (el de las hojas muertas), ya viejito -tomada en 1994-, en una calle de París que es preciosa, pero no la encontré en Internet para bajarla.
Gracia a tí.
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