escribir

Escribir: tratar de retener algo meticulosamente, de conseguir que algo sobreviva; arrancar unas migajas precisas al vacío que se excava continuamente, dejar en alguna parte un surco, un rastro, una marca o algunos signos.[Georges Perec]

noviembre 29, 2013

educación sentimental (sic)


Dice el lugar común que la educación sentimental de buena parte de los mexicanos se ha forjado en las telenovelas de Televisa. Suena terrible y sin embargo, por más exagerado que parezca, no está lejos de la realidad. No en balde se dice también que, en los hechos, esa televisora ha fungido como Ministerio de Educación mucho más que la institución gubernamental encargada de coordinar la política educativa. Ante este panorama, yo no debería decir que contra todo pronóstico, y gracias a mi abuela paterna, mi educación sentimental no se forjó en las telenovelas… sino en los cuentos infantiles y más tarde en las novelas, sobre todo decimonónicas. Pero así fue. Mi abuela no me dejaba ver Tv más de una hora al día y sólo caricaturas. Para ella, una mujer a la antigua, las telenovelas no eran aptas para niñas. Punto. Esto no quiere decir que yo haya tenido una mejor educación sentimental que quienes crecieron viendo telenovelas. Sólo que eso fue lo que tuve. Para bien y para mal. Y por supuesto, tal aprendizaje no me hizo ni más apta para la vida, ni dueña de un mejor juicio. Es más, en un descuido hasta puede que haya ocurrido lo contrario: después de tanto dramón, primero en los nada tiernos cuentos infantiles de Hans Christian Andersen —y demás cuentistas europeos— y más tarde, en la novelística rusa y en menor medida francesa, una se vuelve proclive al DRAMA con mayúsculas. Así como quien ha desarrollado una gran resistencia al ejercicio físico, al cansancio, a comer picante o a no dormir, lo mío se ha traducido en una gran resistencia al DRAMA (que no a la melcocha barata o la sensiblería). Algo que no me ha resultado tan favorable como podría pensarse. Primero, por la consecuente inclinación a los dramas y/o tragedias de alto octanaje. Siempre y cuando no denoten sus hilos manipuladores. Es decir, que el drama o la tragedia me conmuevan sin que yo note que el director del film o el escritor de la novela me está manipulando inmisericordemente [dice el cineasta François Ozon que él, como sus colegas, es un gran manipulador y creo no equivocarme si digo que lo mismo aplica a los escritores]. Segundo, y obvio, una amante del DRAMA puede pasar por mamona y hasta insensible cuando ciertas historias literarias o fílmicas, de esas que a todo mundo conmueven, nomás no le provocan ni un parpadeo. O sea, si la heroína o héroe en cuestión no sufre ni vive tragedias como mandan los cánones nuestros cánones, por supuesto—, no merece llamarse DRAMA. (Esto, cabe aclarar, no quiere decir que no guste de lecturas y cine de géneros diversos y más amables. Sólo que aquí el punto es el gran drama. Lo que gente como yo considera digno de llamarse DRAMA). Claro, esto no implica que más de una vez terminemos conmoviéndonos por cosas que a otros los dejan como si nada. [Las reacciones ante tragedias de la vida real son cosa aparte, no hace falta acotarlo].

 He ahí las consecuencias de crecer con una abuela cuya vida fue digna de novela decimonónica rusa, pero que desde joven estuvo demasiado ocupada en cuidar a sus hijos porque ya era viuda, como para pensar en lanzarse a las vías del destartalado tren de su pueblo o en zamparse un bote de arsénico.  

 Y usted, ¿con qué o quién forjó su educación sentimental? Mi primo favorito, por ejemplo, lo hizo con las violentas y depresivas caricaturas japonesas. Así que al llegar a la Universidad, mientras otros buscaban dominar el alemán o el francés, él estudio japonés para poder leer Manga. En cuanto a su hermana, segurito fue educada sentimentalmente por la rama más naif y lacrimosa de las caricaturas japonesas (quizá por tanta melcocha, a ella no le dio por aprender japonés). Y por supuesto, como todo mundo, tengo varios conocidos hombres cuya fuente de educación sentimental fueron los cómics de súper héroes, desde Batman & Cía., hasta otros monitos heroicos más ñoños o más oscuros.
 Claro, sé que hay gente normal que no necesitó de ese tipo de estimulantes para campear su niñez y adolescencia y menos para forjar su educación sentimental. Pero ni modo, también existimos los adultos disfuncionales

***

7 comentarios:

Karol Arcique dijo...

Las caricaturas de la tarde en el trece Candy Candy, José miel, etc, esos si eran dramas...saludos!

Champy dijo...

Ni modo. Tu preguntas? Yo respondo. Ahora me aguantas.
Siendo bien honesto y sobre todo tratando de ser breve.
A mi me educó Ninón Sevilla y Meche Barba, y todas esas maravillosas rumberas cubanas y mexicanas que poblaron nuestro Cine en los 40's. Ellas tienen la culpa que yo sufra y llore con cuanta historia de maltrato abuso y humillación atraviesa mi camino. Cuando la malnacida y pecadora Ninón tira a su bebé con el monumento a la Revolución como
fondo yo la quise matar. Pero cuando el perverso y pinche mariguano de
Miguel Inclán la abofeteaba 30 minutos más tarde yo quería defenderla y proetegerla de la maldad de los hombres.
Ahora entiendes mis trastornos?
Mientras Julieta se arreglaba, observaba esa mariposa negra que adornaría su cabellera, yo me preguntaba, porque observa así ese broche??? Que tanto le ve a ese broche? Que significará ese broche??? Tanto pedo por un broche con forma de mariposa?? Era yo un niño de 8 o 10 años. No reparaba que ese broche era testigo de la entrega dancistica intelectual mas bella e intensa de nuestro Cinema, Octavio dejó en él (o en ella) toda su carga emocional.... Nomás de pensar que los ojos de Octavio acariciaron esa mariposa me voy y me pierdo y quiero un Octavio y una mariposa y.....
Huerquillo, me aferré como no tienes una idea a que mi santa madre me permitiera ir a la primaria en el turno vespertino. Yo era fanático, adicto a "Las Consagradas", así titulaban en el canal de las estrellas a la pelicula que diariamente pasaban de 11 a 1, siempre protagonizada por Dolores o Ninón, o Meche, o María (a la cual ya odiaba, pero de todos modos la veía), o Mirsolava, o Katy, o Sara, o Lilia o Andrea.....de ahí mi adoración por esos mujerones.
De ahi viene todo....de ahí mero.

2046

Workaholica dijo...

Mi Chuyis, me hiciste pensar y pensar... qué forjó mi educación sentimental?... y la revoltura está interesante:

Al igual que tú Andersen y Grimm (maestros del dramón), La muñeca fea de Cri-Cri, Bambi y Dumbo (ufffffffffff), las historias de la familia, las monjas y su catolicismo intravenoso y seguramente algún gen disfuncional.

Mi madre me decía "María Teresa Montoya"... Tú dirás!!!

Besos muy dramáticos

Cuentos Bajo Pedido ¿Y tu nieve de qué la quieres? dijo...

Muy entretenido leer esto y los comentarios

Cuentos Bajo Pedido ¿Y tu nieve de qué la quieres? dijo...

Sin duda los dramas de las caricaturas japonesas como Candy Candy, Sandy bell, Bell y Sebastian. Con Remi hasta mi papá me dijo que si me volvía a ver llorando me prohibiría verla. Pero de lo que era verdaderamente fan era de las películas de Pedro Infante. En verdad lo adoraba y soñaba que al crecer lo buscaría para casarnos ;)

virgi dijo...

Pues tendría que pensarlo con detenimiento, querida Marichuy. Pero lo cierto es que me identifico con tu disfuncionalidad, que aún arrastro y arrastraré.
Me encantó eso, sí.
Da gusto leerte, pero siempre estoy esperando que escribas largo y tendido sobre tu abuela.
Un buen abrazo y besos

La abuela frescotona dijo...

en mi época leíamos fotonovelas, los protagonista me precedieron en la partida, era muy apasionante leerlas, venían semanalmente y a fin de año el album de oro, que bonito tiempo, saludos querida amiga