escribir

Escribir: tratar de retener algo meticulosamente, de conseguir que algo sobreviva; arrancar unas migajas precisas al vacío que se excava continuamente, dejar en alguna parte un surco, un rastro, una marca o algunos signos.[Georges Perec]

junio 27, 2013

de vidas ajenas y agobios propios

Benjamin Lacombe

Detesto no poder postear, llegar a la noche agotada y sin ánimo para sentarme a la pantalla de mi computadora personal, después de haber pasado todo el día frente a la computadora de la oficina. (Hacía un buen rato que no me sentía tan agobiada, desgastada por cuestiones laborales). Tengo cuatro post empezados en distintos momentos, todos a medio terminar. No poder darles el teclado final me hace sentir mal. Casi frustrada. Quizá porque hasta hace no mucho no me importaba la hora en que terminara de aporrear el teclado con tal de subir dos post, religiosamente, cada semana. Ahora ni siquiera uno cada diez días. Y aunque no lo parezca, los extraño. El aporreo y el blog.

Pasa de medianoche en la Ciudad de México, debo levantarme a las cinco de la mañana y en vez de intentar dormir, estoy aquí, sentada en mi cama con la tableta sobre las piernas, tecleando estas líneas que no van a ningún lado. Quería terminar un post (uno de los cuatro inconclusos) que habla sobre la desgracia ajena. Esa que nos bordea sin tocarnos pero que igual nos afecta, así sea porque nos lleva a asumir nuestra incapacidad para aliviar el dolor ajeno...  Es extraño como la lectura de una historia sobre la desgracia de otros  (De vidas ajenas, de Emmanuel Carrère) nos puede llevar a poner las cosas en perspectiva, al menos un poco, respecto de nuestras pequeñas tormentas y agobios cotidianos. Más tarde concluiré ese post. La desgracia es cosa seria y merece unos ojos menos cansados que los míos a esta hora. Mientras lo hago, dejo un pequeño fragmento de una reseña del libro de Carrère realizada por Juan Forn, emotiva y estupendamente escrita, y a la cual debo haberme animado a comprar y leer un libro, casi devastador, que de otra forma quizá no me habría atrevido a leer.
“[...] Hay ciertos libros capaces de producir lo mismo que nos hace la desgracia, la enfermedad, la muerte, cuando nos pasa cerca, cuando nos semblantea. En ambos casos hacen que nos importe más lo que nos asemeja a las demás personas que lo que nos distingue de ellas. Quizá sea imposible vivir ahí siempre, o incluso estar ahí seguido, pero cuando ocurre es estremecedor, nos queda grabado en el ADN. Lo que nos asemeja a los demás por encima de lo que nos distingue de ellos. Lo que aprendemos entre todos es lo más valioso que se puede aprender, porque no lo sabemos solos: sabemos que otro lo sabe también. Esa ceremonia logra Carrère que ocurra en su libro. El juez, la jueza, su viudo con tres hijas pequeñas, la pareja que perdió a su hijita, el aleteo de esa mariposa negra que es la desgracia, y nosotros, los demás. Hay otras vidas que no son la nuestra. [...]” [acá, la reseña completa: Que sea éste ]




***

9 comentarios:

Darío dijo...

La crónica de Forn es insoslayable. El desgraciado curriculum de Carrere es casi un alivio egoísta. Pero... si tiene que ser éste, va a tener que ser éste (libro). Un abrazo, extrañada Chuy.

marichuy dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
marichuy dijo...

marichuy ha hecho un nuevo comentario en la entrada "de vidas ajenas y agobios propios":

Darío

Je, ¿por qué casi un «alivio egoísta» el currículum de Carrèrre? Su escritura en más bien seca, libre de exceso de florituras, lacrimogenería o chantajismo, creo que eso hace que el drama que relata impacte más. Recién públicó (después de «De vidas ajenas») una especie de biografía sobre un tipo ruso que nació para ser novela: Eduard Limónov. Qué personaje: del nihilismo al cuasi fascismo, pasando ser objeto de persecución por parte de Putin. Un tipo que no puedes amar, pero que indudablemente te atrae.

[Por cierto, Forn también escribió un textazo sobre Limónov. No sé si se publicó en Página 12, yo lo leí en El Malpensante: «El Enemigo Interior»
http://www.elmalpensante.com/index.php?doc=display_contenido&id=2842 ].

Gracias por pasar. Un abrazo

virgi dijo...

Voy ahora mismo a la reseña porque su libro El adversario lo recuerdo muy bien, lo recomendé mucho y lo presté también.
Un abrazo, querida Marichuy

Karol Arcique dijo...

Sin duda son historias que nos hacen ver que a veces nuestras desgracias son pequeñas...Abrazo!

marichuy dijo...

Virgi

Sí, «El Adversario» es una cosa tremenda, gran relato de un hecho terrible. Creo que Carrère es muy bueno para «novelar» la realidad.

«De vidas ajenas» también va en esa línea, aunque en vez de bordar el crimen, lo hace con la desgracia.

Un abrazo

marichuy dijo...

Karol

Y quizá suene mal decirlo pero es cierto, uno tiende a pensar que sus penas son las únicas o las más grandes.

Un abrazo

Cuentos Bajo Pedido ¿Y tu nieve de qué la quieres? dijo...

La desgracia ajena nos duele porque es nuestra de alguna manera. Me prestaron un libro y en la lectura, en cuanto desaparece la hija, para luego aparecer muerta, decidí suspender porque creo que justo ahora no es momento de leer esas cosas. Estoy en un estado de terrible sensibilidad

Alexander Strauffon dijo...

La pena ajena, siempre busca ramificarse y fundirse con otras. Puede buscar fundirse con la nuestra también.

Y sobre postear y el cansancio mencionado al principio, algo que puede servir es garabatear durante el trabajo en donde sea. Y digo garabatear, para que no espíen la pantalla de uno al ver que se está tecleando algo. También puedes grabar tus ideas de post en el celular, hablándolo. (como antes hacian con las pequeñas grabadoras de cassette)