escribir

Escribir: tratar de retener algo meticulosamente, de conseguir que algo sobreviva; arrancar unas migajas precisas al vacío que se excava continuamente, dejar en alguna parte un surco, un rastro, una marca o algunos signos.[Georges Perec]

diciembre 28, 2012

año nuevo...

Año Nuevo, cuento [mínimo] de Inés Arredondo

Estaba sola. Al pasar, en una estación del metro de París vi que daban las doce de la noche. Era muy desgraciada por otras cosas. Las lágrimas comenzaron a correr, silenciosas.
Me miraba. Era un negro. Íbamos los dos colgados, frente a frente. Me miraba con ternura, queriéndome consolar. Extraños, sin palabras. La mirada es lo más profundo que hay. Sostuvo sus ojos fijos en los míos hasta que las lágrimas se secaron. En la siguiente estación, bajó.®

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1 comentario:

QUANTUM dijo...

EL NIÑO BOLERO

Había una vez, un pequeño niño que vivía en las inmediaciones de una de las terminales del metro en la ciudad de México. El niño les ayudaba a los locatarios colindantes a tirar su basura y a veces a hacer algunos mandados; a cambio le dejaban dormir en algún rincón en una cama hecha de cartón en un local de comida cuando éste cerraba y en algunas ocasiones le brindaban un taco. El niño, para sobrevivir contaba con una cajón de bolero y se iba a trabajar al centro de la ciudad. La vida sabía que era dura, pero él era muy ‘chambiador ‘. Y aunque las mañanas podrían resultar muy frías en invierno a él le encantaba ver los colores del amanecer, siempre sonreía.

Una vez que se dirigió al zócalo para iniciar sus labores se encontró con una señora que llevaba a su hermosa nieta. Él escuchaba la conversación de lo que sería un evento en la escuela de la nieta e inmediatamente ofreció bolear el calzado de la estudiante al percatarse de que los zapatitos necesitaban estar presentables para el evento. Ellas al notar el detalle de los zapatos inmediatamente accedieron. La pequeña nieta quitándose sus zapatitos se los dio al niño bolero. La niña, por cierto, con unos hermosos ojitos que el niño bolero no pudo resistir. Fue como amor a primera vista y el niño suspiraba.

Después de haber hecho el trabajo la nieta y la abuela se retiraron. Pero el niño bolero quedó como flechado… suspiraba y empezó a soñar…

… La abuela al saber que el niño estaba solo decidió adoptarlo. Y como el niño bolero no contaba con ninguna documentación no le fue posible inscribirlo en la escuela. La abuela decía que los seres humanos no deben andar ahí como animalitos sino que deben de educarse. La abuela como la nieta, eran grandes lectoras; así que ellas mismas empezaron a impartirle clases, iniciando por supuesto, con el abecedario y mucho más antes, con las vocales. Él se sentía un burro, porque le costaba mucho aprender, pero ese par de mujeres eran muy muy pacientes. Él decía que ya era un hombre y se escapaba a ciertas horas para ir a trabajar, porque también quería aportar su dinero para los gastos de la casa. Platicando con ella, la hermosa nieta de hermosos ojos, le diría que estaban muy chicos para casarse, quizá cuando estuvieran grandes. El niño bolero al no saber besar en la boca le dio un beso tronado en la mejilla y sintió algo que no fue capaz de describir con palabras, pero era como ver los colores en el horizonte. El niño bolero sonreía.

Un día, cuando llegó navidad la abuela sirvió un rico chocolate caliente con cuernitos y de pronto les empezó a contar un dulce cuanto a su nieta de hermosos ojos y al niño bolero que había adoptado ahora como su propio nieto. El niño, fascinado por la historia que contaba la abuela de pronto la abrazó muy fuerte y se echó a llorar como nunca lo había hecho y porque nunca había estado con una abuelita que le contara un cuento…

…El niño bolero volvió en sí, la realidad lo había despertado. Siguió llorando en su camita de cartón y lloró mucho sólo para quedarse otra vez dormido profundamente.

FIN

[EL ROPERO]