escribir

Escribir: tratar de retener algo meticulosamente, de conseguir que algo sobreviva; arrancar unas migajas precisas al vacío que se excava continuamente, dejar en alguna parte un surco, un rastro, una marca o algunos signos.[Georges Perec]

julio 24, 2012

a él... nomás yo

expulsados del paraíso de los descuentos. foto de Claudio Naboni

La semana pasada el diario español El País publicó una Edito que mi juicio (y el de muchos mexicanos, incluidos varios críticos del candidato de la izquierda) no sólo fue mendaz, sino profundamente mala leche, amén de basada en prejuicios e imprecisiones. El tipo (una Edito sin firma, por supuesto) llamó lastre al candidato de la izquierda. La libertad de expresión permite que la gente diga lo que se le pegue la gana. Y debemos defenderla como tal, aun con el riesgo de la calumnia, la mentira, la ofensa y el sesgo que dicten los intereses del medio en cuestión (en este caso Grupo PRISA, dueño de El País y socio de Televisa Radio, empresa mexicana que sin disimulo apoya al político opuesto). No obstante, esa Edito nos cayó muy mal porque más de uno pensamos, quizá desde el complejo de ex-colonia española, que los periodistas españoles debieran ocuparse de las fallas y lastres de sus propios políticos antes que andar criticando a un político mexicano que ni conocen, ni les hace daño y que, además, como el editorialista parece no haberse enterado, en la pasada elección le dio a la izquierda el mayor número de votos en su historia. En fin, que esta anécdota me trajo a la memoria otra de mi época escolar:

Cuando estaba en secundaria tenía un par de compañeros mellizos. Parecidos pero no idénticos. De hecho, no tan parecidos para ser gemelos. Hombre y mujer: Mauricio y Alejandra. Ella era mayor no sólo por haber nacido segundos antes que su hermano, sino porque se había desarrollado con mayor generosidad que él: a los 12 años, ella era fuerte y tan alta como lanzadora de jabalina, en tanto él era delgado, pequeño, con un aura de fragilidad más allá del físico. Daban la impresión de ser poco unidos: si bien llegaban y se iban juntos, el resto del día no se dirigían la palabra a pesar de estar en el mismo salón. Nos conocimos al inicio del año escolar y enseguida desarrollamos una buena relación, aunque -y quizá contrario a lo que se consideraría normal- yo siempre me sentí más cercana a él. Había algo en su mirada tristona, en esa fragilidad no sólo física, como ya dije, que me acercaba y hermanaba con ese chico. Siempre hay una edad en la que las mujeres nos creemos el cuento de ser más fuertes que los hombres y nos da por poner en práctica nuestro llamado instinto protector. Aunque a decir verdad yo tampoco estaba, al menos no en el aspecto físico, como para protegerlo mucho. Pero a falta de musculatura, siempre he tenido algo de respondona y rebelde, así que si alguien osaba burlarse de él o tratarlo mal… yo salía en su defensa. No sé si muy bien… pero al menos lo intentaba. Como era de esperarse, muy pronto quedó evidenciado que mis afanes protectores no podían ayudarlo mucho si de enfrentar chamacos groseros y bravucones se trataba. Pareces una niñita, le vociferaban lo chicos, más robustos y toscos, para quienes un adolescente tan bonito como silencioso, bien portado y estudioso resultaba anormal (y más en una secundaria pública). Pocas veces lo vi medio balbucear algún intento de respuesta a las sornas que recibía con cualquier pretexto: lo mismo si contestaba correctamente los cuestionamientos de los profesores, que si alguna maestra pellizcaba sus mejillas o chuleaba sus ojos. En el cine, como en la vida, es difícil ser adolescente y no comportarse como se supone debe hacerlo uno normal. Algo para nada atípico a esa edad. Lo que sí lo era, o al menos así me resultaba a mí en aquel tiempo, era ver cómo aun en las peores burlas, su hermana nunca saliera en su defensa. Es más, alguna vez hasta se unió a las carcajadas que se mofaban del pequeño sabiondo. Era tal su frialdad en el trato que llegué a pensar que no lo quería. Y, claro, esto me llevó a acercarme más a él y a tomar cierta distancia de ella. En mi cabecita de 12 años no cabía la idea de que una hermana tratara así, sobre todo tratándose de un chico tan lindo y noble. Si en ese tiempo yo hubiera escrito, seguro me habría inventado una historia del chico solitario al que ni su hermana quería. Afortunadamente, más temprano que tarde, la vida me puso frente a la verdadera dimensión de su relación fraternal. Un día en que salíamos más tarde de lo acostumbrado (la hora de salida era las dos de la tarde, pero ese día algunos nos habíamos quedado a una clase extra de literatura por el gusto d escuchar el final de Demian que el maestro nos platicaba/leía con una sabrosura que no he vuelto a disfrutar), un chamaco nos alcanzó para echarle pleito a Mauricio por alguna tontera, como lo ignoramos se enojó y sin más se le fue a los golpes. Así nomás, porque tenía ganas de golpearlo. Como pudo, Mauricio se defendió pero era difícil contener a alguien mucho más fuerte y grande. La verdad es que me asusté más de lo que me enojé y, claro, sólo pude gritar en medio del susto y la confusión. Y fuerte debí gritar, porque de pronto, casi de la nada, apareció su hermana que también se había quedado tarde para entrenar con el equipo de atletismo. Ahí supe de las bondades de ser deportista… alta y fuerte: cuando me di cuenta, Alejandra se le había ido encima al agresor de su hermano, poniéndole unos trancazos con tan agilidad, precisión y fuerza que el chamaco perdió el equilibrio y al pasto fue a dar. No conforme con esto, ella remató los golpes con una sentencia que no he olvidado: que sea la primera y última vez que te atreves a golpear a mi hermano y tampoco vuelvas a gritarle cosas o a molestarlo. A él, nomás yo puedo tratarlo mal. Nadie más. Que nos se te olvide. Dicho lo cual, recogió sus cosas, nos dijo algo a manera de despedida y siguió su camino como si nada hubiera pasado…


***

10 comentarios:

Jo dijo...

la libertad de expresiòn, los prejuicios, las visiones pobres o demasiado enriquecidas en nuestras mentes por ser de uno y otro bando y hasta el anonimato le permite decir a la gente lo que quiera... (aunque ni te conozcan)
aunque bien es cierto que con esto de la globalizaciòn y la apertura de las cosas es dificil no enterarte hasta que raza es el perro o si comiò demasiados condimentos tal o cual personaje mucho mas a razòn si son figuras pùblicas.

Tal vez españa esta del otro lado del charco y seguro tendrìa mas que voltear a ver en el espejo sobre las cosas polìticas que ya pasaron o que por cierto hoy en dia viven con los rajoys, las fabras y demàs.

No voy a opinar sobre el señor Lòpez bien es cierto que no lo ha hecho todo mal... pero tampoco le doy mucha certeza quizà tiene buenos principios o busca de verdad un bien comùn pero ya lo que hizo ha sido por mucho lo que quizà ya tiene cansado a mas de uno y por eso està sobreexpuesto....

Al final no creo que esas cuestiones al menos en el àmbito de las figuras pùblicas sea dìficil que solo un sesgo de periodistas sea cual sea su lìnea no deban o puedan juzgar a los políticos sean de aqui, o de alla. Lo cruel de la anècdota es que alguien se sientacon el derecho de lastimar a alguien por que es de la misma linea de ascendencia.

:S

La abuela frescotona dijo...

los intereses económicos siempre van detrás de los intereses políticos, y la libertad de prensa puede ser su espada de Damocles, solo que para ejercerla hay que ser valiente.
saludos querida Marichuy

marichuy dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
marichuy dijo...

Creo que no se entendió mi punto: más que discutir sobre la libertad de expresión y sus avatares (que también), era contar cómo a partir de esa Editorial mamona -y sobrestimada- de El País, recordé una anécdota cuyo fondo se parece: "a los míos, o a él, nomás yo lo maltrato...".

Saludos

QUANTUM dijo...

Jolie

   Coincido con la anfitriona del blog. Para criticar a un país sólo debe hacerlo el pueblo gobernado por las políticas del mismo.

   Lo mismo pasa con una familia de dos, tres o más integrantes. Los problemas corresponden a la propia familia y a otras familias no les incumbe meter la cuchara. Cada familia cuenta con sus propios conflictos y sus formas de resolverlos.

   Y en lo que refiere a la presente historia del post. La hermana defendió a su hermano, finalmente. No hubiera importado de qué tamaño fuera la amenaza. Cuando algo o alguien se mete con aquello que amamos somos capaces de defender como fieras.

virgi dijo...

No leo El País con frecuencia, desde hace años tiene muchas cosas que no me gustan. Lo contradictorio es que en ese editorial podía ir en contra y luego en otros artículos puede valorarlo como lo mejor.
Es muy fácil criticar sin vivir dentro de lo que se critica.
Un abrazo, Marichuy.

MauVenom dijo...

Yo sí leo El País de vez en cuando, me gustan algunas cosas y en este momento es un narrador preciso de la farsa capitalista y ególatra convertida en tragedia (refiriéndome a lo que sucede con su propia economía y la de Europa en general). Pero cierto es que su aire plenipotenciario y todopoderoso en ocasiones me da ganas de volver el estómago y risa en otras, especialmente ahora que su propia historia es un hervidero de muchas cosas y entre ellas, corrupción o viejos y carísimos lastres.


Pero bueno, mi intención no es criticar a España ni a la libetad de expresión pero sí creo que hay una tremenda falta de objetividad en ese periódico que muchas veces maneja sus textos de una manera visceral o tendenciosa.

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Me gusta cuando cuentas tus historias. Hay una en especial que no olvidaré nunca. Por cierto no encuentro ese post, luego te digo y me pasas el link para leerlo de nuevo.

Besos

Marcelo dijo...

Me estoy desayunando del asunto, gracias por darlo a conocer!

La abuela frescotona dijo...

acepto que ahora si entiendo el punto, gracias querida Marichuy, abrazo

Champy dijo...

Comadre sabes de mi incapacidad bloggera y del odio de blogger hacia moi. Vuelvo a teclear a ver si lso dioses me han pedonado y se sube.

De AMLO y del country gachupa ya me da gueva, creo que se ha notado.

Tu recuerdo es lo lindo, lo mucho que removió los míos.... si te digo que yo era uno como tu mellizo me creerías?

Luego me convertí en el más fiero defensor de los mellizos, pero para eso pase varios sustos.

Las mellizas como la tuya son tan comunes, que hasta parecen normales.

La vida está tan pínchi, que ahora trataré de que por lo menos la mía sea bella.

Aún no empiezo y ya me detesto.

Besos

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