escribir

Escribir: tratar de retener algo meticulosamente, de conseguir que algo sobreviva; arrancar unas migajas precisas al vacío que se excava continuamente, dejar en alguna parte un surco, un rastro, una marca o algunos signos.[Georges Perec]

enero 10, 2011

golpes de felicidad

Photo: Pascal Petrod  (recorrido fotográfico La tour de France: http://bit.ly/gurKEN)


Alguna vez ya he divagado aquí sobre eso que llaman felicidad. De aquel post recuerdo que entre los comentarios, aún en su diversidad, la constante fue el cuestionamiento del concepto mismo de felicidad, tan variable de persona a persona, así como, evidentemente, el que sus generadores sean tan diversos como diversa es la forma de pensar de los humanos. Alguien decía no creer en la felicidad como un todo, sino como un algo fragmentado, como intermitentes momentos de dicha, pequeños instantes felices. Repensando en ello, y en el entendido de que no existe un concepto único de felicidad, diría que el primer golpe de felicidad –en el más amplio sentido de la expresión- del que tengo memoria, se remota a mis casi seis años. Eran las vacaciones de verano previas a mi ingreso a la primaria y pasábamos unos días junto al mar. Una playa casi vacía, quizá debido al día nublado (como suelen ser los días del fin del verano en México). Aunque casi vació, es de suponer que además de nosotros había más gente, pero yo sólo recuerdo a los miembros de mi familia, casi todos adultos, y a mí... la niña que descubría la mar, en el Océano Pacífico. Ojalá alguien hubiera registrado para la posteridad la expresión de mi rostro lleno de azoro ante la inmensidad de ese mar tan azul. Estoy segura que mis ojos se abrieron desmesuradamente al ver la feroz belleza de las olas rompiendo en las rocas. Yo con un traje de baño color rosa, cuyo único adorno era una especie de estrellita amarillo oro situada a la altura del corazón. Mi familia siempre ha sido extraña, así que no se ocupaban de cosas normales como tomar fotos de niños, mejor sentarse a contemplar el panorama desde una palapa y beber agua de coco, mientras yo, que siempre he sido curiosa y algo imprudente, me entretenía en marcar la arena húmeda con las pequeñas huellas de mis pies. Literalmente obnubilada ante la belleza del mar, caminaba sin pensar, menos medir consecuencias, y justo cuando más absorte estaba en mi contemplación… una violenta ola arremetió contra mí poniéndome tremendo revolcón. Sólo en ese momento mi familia pareció recordar que yo andaba por ahí y alguno de ellos me ayudó a ponerme en píe, mientras yo trataba de recuperar la calma después de semejante caída, aún con el sabor salado del mar y con mis ojos irritados por el golpe de agua. Pero ni lloré ni le sentí aversión al mar; únicamente una mezcla de respeto y admiración ante su fuerza misteriosa y violenta. En minutos olvidé el susto (y el golpazo) y seguí ahí... feliz mirando al mar. Han pasado los años y aún recuerdo con claridad ese pequeño instante en el que salí volando presa de una extraña sensación que unía la sorpresa y el sobresalto a una indescriptible emoción. Un golpe de felicidad, cuyo embate me tomó por sorpresa tanto como la ola que me puso semejante revolcada. Traigo al presente esta anécdota tan, literalmente, infantil, porque la mañana de ayer leí un artículo periodístico: la miseria felizen donde el escritor Juan Villoro comenta el resultado de la encuesta sobre la percepción de la felicidad a nivel mundial realizada por la empresa Gallup: ¿Qué país es el más feliz (sus ciudadanos dicen serlo) y qué país es más el menos feliz? De la cual se obtuvo como resultado que Nigeria es el país más feliz de la tierra y Francia el campeón del bonjour tristesse.

“(…) Resulta imposible evaluar la dicha al margen de cada sociedad. Las ilusiones son tan cambiantes como los países. Quienes saben que las cosas podrían estar mejor no se declaran satisfechos. En este sentido, el descontento es un atributo de la conciencia crítica. (...) 'Sólo un cretino es feliz de tiempo completo', comenta Umberto Eco. (...)”

Desconozco cuáles son los parámetros de medición para algo tan subjetivo e intangible como me parece es la felicidad. Asimismo, no sabría decir si en la encuesta visualiza a la felicidad como un estado o si su conceptualización considera las intermitencias en donde se alternan momentos dichosos con otros que no lo son tanto. Como sea, llama la atención eso a lo que alude el título del artículo de Villoro: que los cinco países más felices –con cierta excepción en lo que respecta a Brasil, rankeado en tercer lugar-, lejos están de ser altamente desarrollados o de caracterizarse por una distribución de la riqueza medianamente equitativa. Al respecto, dice Villoro:

“(…) en Nigeria la alegría no es el resultado de una vida satisfecha sino la promesa de que la vida es posible. De manera equivalente, en Francia, cierta dosis de nihilismo no es un síntoma de suicidio sino el sofisticado requisito para la aceptación. En el fondo, ser alegre en Nigeria se parece bastante a ser triste en Francia. En ambos casos la adaptación viene de un problema: donde hay carencia, hay expectativa…”

Concluyo antes de perderme en el laberinto de mis divagaciones: No soy miembro del Club de los optimistas felices, no creo en la felicidad como un único concepto absoluto, tampoco como un estado duradero. En lo que sí creo es en los golpes –casi siempre inesperados- de felicidad. Por lo general pequeños, pero a veces no tan breves. Sé que para muchos la felicidad está directamente relacionada con la paz interior. No es exactamente mi caso. No que necesariamente deba vivir en constante zozobra para sentirme dichosa; pero tanta paz como que me pasma. Necesito cierta dosis de emoción, de adrenalina. Esto no equivale a requerir acontecimientos extraordinarios. Es posible que las cosas más sencillas, nada grandilocuentes, sucesos que bien podrían ser considerados como pequeñeces, invisibles, me provoquen ese golpe. Y sin embargo... si los de Gallup me hubiesen encuestado, tal vez mis respuestas habrían tenido más cercanía con los franceses que con los nigerianos, porque yo soy de las que hasta cuando llora como Magdalena… disfruta. A mí la melancolía, la dicha de estar triste, me sienta bien.



*****

23 comentarios:

Gabriel dijo...

Si es cierto lo que se dice acerca de que la felicidad está condicionada por aquello que deseamos y nos vemos en camino de conseguir, más que por aquello que tenemos, tal vez la felicidad sean nuestros pequeños proyectos y la lucha diaria por alcanzarlos, los pequeños hitos que nos permiten tocar esos sueños con la punta de los dedos. Quizás los golpes de felicidad vengan cada vez que llegamos a una de esas etapas en el camino, dejando paso, de nuevo e inevitablemente, a la lucha y la fatiga necesarios para culminar cualquier proyecto.

Hay que tener proyectos en esta vida. Aunque tantas veces resulten fallidos :)

Interesante reflexión, Marichuy. Mil gracias ;)

Jo dijo...

hace unos dias... tan espirituales dias que vivi ... lei algo sobre l felicidad...
pero luego alguien mas vino a decirme
que la felicidad estaba dentro de nosotros

y me sonò tan falso... y tan ridiculo
pero a sabiendas que no me mofaria de la postulación incredula... sigo pensando que la felicidad si tiene caducidad y esta en pequeñas cosas... o grandes
depend de las perspectivas
pero la felicidad no se encuentra asi tan facil
no señor

sino... todos seriamos felices siempre y traeriamos cara de idiotas e imbeciles sonrientes


bueno... no se a lo mejor no ando de buenas...:(

Anónimo dijo...

En alguna ocasión plantee, no sé si como comentario de algún post tuyo o en mi blog o en ambos, que para mí la felicidad es un orgasmo espiritual. Como el orgasmo, se construye y se trabaja mucho antes del acto sexual y se saborea mucho después que terminó; así concibo la felicidad. Esos pequeños detalles que comentas, los altibajos personales, fomentan a aquliatar los momentos de plenitud. Asumiendo lo que nos toca, adaptàndonos a las circunstancias, "trabajando" nuestros orgasmos espirituales. Alejándonos de definiciones presuntas y de encuestas.
Mucho cariño mucha admiración y mucha buena vibra siempre Marichuy!

virgi dijo...

Unas veces, son momentos fugaces, casi que no puedes paladearlos. Otras, ratos largos, con paréntesis anodinos o inmensamente tristes.
De normal, creo que se precisa un estado de serenidad y paz con uno mismo para que nos llegue esa oleada de mar y nos inunde de bienestar.
Voy al artículo de Villoro (promete).
Lo que pienso es que la felicidad de franceses y nigerianos no parten de los mismos parámetros.
Un fuerte abrazo, olas y olas tiernas a tu linda cabecita.

Clarice Baricco dijo...

La felicidad la llevamos adentro a nuestro gusto masoquista, a nuestro gusto saudade, a nuestro gusto de latigazos, a nuestro gusto anormal.
Te imaginé con toda la escena de la playa. Quise hacer memoria por ejemplo, de mi traje de baño en mi cuerpo infantil. No lo recuerdo.
También pensé que esa ola que llegó fuerte y de repente y te envolvió, algo te dejó esa ola. Algo. Lo sé. Por eso eres. Eres.
Mi felicidad en este momento es leerte.

Abrazos.

Pd. Juanito es uno de mis novios.

Darío dijo...

melancolía no está nada mal, querida. De hecho, es uno de los rasgos de mi ingente felicidad: sentarme, con cara de tristón y escuchar canciones que me recuerdan días, presuntamente felices.
Y en cuanto a los Nigerianos, ha de ser que andan a los golpes, como el que te dio la ola y por eso, son tan felices,
Besos, Chuy!

Unknown dijo...

Hace tiempo, tuve un sueno, asombroso, terrorifico: yo de bebe mirandome al espejo, caia en cuanta de que el otro que miraba desde el espejo era yo...

Unknown dijo...

Happiness is a warm gun, eso dice la canción, también escuche Bosé decir que la felicidad es un momento difícil ya que la vida es cambiante y cuando se es feliz el mundo no se detiene y tal vez al siguiente movimiento ya no se sea feliz. Sea como sea esos momentos en que seamos felices, sea lo que sea que represente nuestra felicidad hay que vivirlos..así sin mas. un feliz abrazo para ti!

Angeek dijo...

Marichuy, yo te envío una oleada de abrazos. Que sea un buen año para tí.

MauVenom dijo...

Hablando de emoción y adrenalina alguna vez una amiga me dijo que yo tenía complejo de Indiana Jones pues si no estaba en peligro y aventura no me sentía vivo

algo de cierto había

pero ahora que soy más tranquilo me acerco mucho más al concepto de 'feliz'.

Estoy muy de acuerdo con Villoro en cuanto a Nigeria.

Besos

La abuela frescotona dijo...

CREO QUE LA FELICIDAD, TIENE QUE VER CON LOS VALORES DE CADA UNO, CON LAS PRIORIDADES DE CADA PERSONA.
TAMBIÉN CON CIERTO BIENESTAR INTERIOR, Y COMO TU DICES, LA FELICIDAD ES UN RAMALAZO.
TE ABRAZO AMIGA MIA

Lily dijo...

Querida Marichuy,

"les coups de bonheur" son simplemente eso, instantes que te acarician y a los que hay que ir atesorando y poner a resguardo de las tormentas, que esas sí dan verdaderos golpes.

Un abrazo desde un instante feliz.

malbicho dijo...

la total felicidad la conocí en un sueño, la felicidad más cercana a eso la conocí cuando el sueño pareció hacerse realidad... pero siguió siendo un sueño

ahora mi felicidad consiste en soñar que puedo volver a soñarla

le cid dijo...

Marichuy...

La felicidad? Va y viene, de la misma manera que la tristeza. Nadie es completamente feliz ni completamente desgraciado. Todo depende del momento.

Todos los estados anímicos son pasajeros... La felicidad permanente? Es lo que algunos llaman la demencia.

g. neidisch dijo...

Un grito o un aullido en una noche nocturna
me corrijes y te explico
y no quieres imaginarte que hay noches
que son vespertinas

Un grito o un aullido desde un farallón
de pie entre las olas y la roca cual ninfa
fauno de fealdad hermosa
grito o aullido, uno solo
me despierta cuando duermo
te aleja de tu insomnio

Un grito o un aullido en sincronía con las flamas
nuestra fogata baila quieta para todos
nosotros alrededor nos miramos a los ojos
por si tienes dudas, también tú sonríes

Un grito o un aullido condensando mis palabras
tus sentimientos y los nuestros
no estamos de acuerdo
qué completos somos, felices

JP

chilangoleon dijo...

ser=feliz=fresa

karenina Beltrán dijo...

melancolica marichuy..comparto esa felicidad tuya al conocer el mar, esa inmesidad, ese azul que no se sabe donde inicia y donde termina, si bien hemos leído lo tuyo lo tuyo no es precisamente la felicidad sino lo contrario pero que más da los grados de felicidad que hayan mientras se experimente aunque sea una pizca...abrazomedio felizpero eso si muy pink!

Edmundo dijo...

Me gusta andar, felizmente melancólico, como las islas.

Workaholica dijo...

Mi Chuyis:

Esa sensación que tuviste de niña yo la vivo siempre (y a esta avanzada edad) cuando estoy frente al mar... exactamente, es un golpe de felicidad!!

Y sí, la felicidad es muy relativa, lo esperanzador es saber que puede estar ahí en cualquier momento al voltear la esquina...

Y contrario a ti, yo nunca he disfrutado la tristeza...

Besos felices

Dora Ku dijo...

Tengo por ahí un relato que se llama "El arte de sufrir", no es completamente la historia de mi hogar (aunque algo de ello influyó en algunas premisas que rigieron en mi casa), sino más bien de algunos parientes poblanos que tuve "el gusto" de conocer. La mayoría de ellos se rigen por la premisa de que "es mejor sufrir que ser felices", ¿por qué?, pues porque así Dios te lo tiene más en cuenta.
Mis parientes poblanos se dividen en dos grandes corrientes: los profundamente católicos y los fanáticos protestantes. Ambos hacían sus "panchos" frente a las visitas, preferentemente a la hora de comer.
Después de orar kilométricamente, de pronto recuerdan que yo, Dorita, entonces de 8 0 9 años, me parecía a la tía Calita, que por cierto ya había pasado a mejor vida, y en consecuencia lloraban abundantemente. ¿te imaginas lo que habrán ahorrado en la sal?
Ásí que viniendo de esa bases conductistas, crecí con la idea de que: "no hay felicidad que no traiga consigo una tristeza". Así que siempre que soy felíz, miro arriba, abajo y a los lados, para ver de donde caerá la desdicha.
Cariños de : Doña Ku

Cuentos Bajo Pedido ¿Y tu nieve de qué la quieres? dijo...

Cualquier cosa que sea constante aburre je

Neo dijo...

Feliz de estar nuevamente por aquí, la adrenalina y necesidad (más bien adicción) de conocer al ser humano en todas sus facetas tan variadas como infinitas.

Tessitore di Sogno dijo...

Justo antes de este texto leía otro de Comportamiento Emergente, donde aborda el tema de lo poco que trabajan en países africanos y, por el contrario emplean este tiempo en su familia, en contemplar a los animales y sin duda esos ocasos rojizos de los que Le Clézio abunda en detalles en su libro "El Africano".

Sin duda la felicidad es diferente para cada quien y es cierto que ésta no existiría sin su contraparte, la tristeza. Pero al menos para mi, la felicidad es el tiempo para emplearlo en lo que me hace feliz. Tiempo que en las oligarquías cada vez es menos (los japoneses no me dejarán mentir), pues nos hacen creer que las hipotecas y los financiamientos son la clave para ser mejor que el de al lado. Una pena.

Un abrazo fuerte, mi Marichuy del mar.